Participación de Antonio Bonet en la tertulia del programa “Capital Intereconomía” de Radio Intereconomía
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/en Notas 2023, Notas de prensa, Sala de prensa25 de octubre de 2023
Entrevista a Antonio Bonet en el programa “Visión Global” de Radio Intereconomía
/en El Club en los medios, Medios 2023, Sala de prensa24 de octubre de 2023
La inteligencia cultural: una herramienta para la internacionalización
/en PublicacionesPor Enrique Fanjul, socio de Iberglobal, miembro del Comité de Reflexión del Club de Exportadores y del Observatorio de Inteligencia para la Internacionalización
Este artículo pertenece al nº20 de la revista electrónica: “Proyección exterior de la economía española”. Haz clic aquí para leer la revista electrónica completa.
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Las empresas españolas deben tener presente que, a pesar de la globalización, las barreras culturales siguen existiendo y pueden constituir un obstáculo para su actividad internacional. Es necesario que las empresas se preparen adecuadamente para afrontar estas barreras.
Las empresas están comprendiendo el peso que tienen las barreras culturales en su actividad internacional. Se ha pasado a reconocer la necesidad y el valor de la “inteligencia cultural”, que se podría definir como la habilidad o capacidad para adaptarse y trabajar con efectividad en entornos culturales distintos al propio.
La inteligencia cultural es efectivamente un requisito para la internacionalización, aunque debe situarse en su contexto.
No hay que atribuir una importancia desmesurada a los factores culturales –algo que con frecuencia defienden empresas y consultores especializados en asesorar sobre estos temas-.
Las barreras culturales existen y constituyen un obstáculo para el que hay que prepararse, pero no son ni mucho menos el único factor, o el más decisivo, que incide en el éxito o el fracaso en las operaciones internacionales de una empresa. La calidad del producto, su precio, el marketing, la financiación, son factores que también tienen un peso relevante.
Con frecuencia se incurre en generalizaciones excesivas. Las personas de diferentes países tienen diferencias entre ellas, y éstas existen también entre los ciudadanos de un mismo país. No todos los chinos o todos los indios tienen el mismo comportamiento. Puede haber diferencias entre ellos, como las hay entre los españoles o entre los madrileños.
Los consultores en negociación cultural exageran a veces el abanico de aspectos que conforman la cultura de una sociedad y que deben ser tenidos en cuenta si se quiere evitar el conflicto, llegando a un grado de detalle que puede rozar el ridículo. Como ejemplo puedo citar los consejos dirigidos a empresas sobre etiqueta en comidas de negocios en Países Bajos formulados por una destacada empresa que asesora y forma sobre temas culturales en los negocios internacionales. Entre las recomendaciones está que la “ensalada no debe ser cortada; se debe enrollar la lechuga en el tenedor”. Asimismo, hay que “servirse poco al principio, para así poder repetir”. En fin, como residente que he sido en Holanda durante varios años, me resultan llamativas estas recomendaciones que, repito, me parece que llevan a cotas exageradas e irreales la influencia de los aspectos culturales.
No hay que exagerar, pero en ninguno de los dos sentidos. Las barreras culturales no deben ser menospreciadas, y las empresas deben tener directivos preparados para la negociación intercultural.
¿Cuáles son los “temas”, los aspectos culturales más determinantes en las relaciones entre personas de diferentes culturas?
Sobre este tema se ha escrito mucho. Se han elaborado clasificaciones, taxonomías, dimensiones, perfiles culturales de países, etc.
Tres aspectos clave
En base a mi experiencia de 40 años trabajando en comercio exterior, hay tres aspectos culturales diferenciadores que son clave en los negocios internacionales, aspectos que por otro lado están interrelacionados.
En primer lugar, un aspecto cultural importante es la importancia que se da a construcción de relaciones personales que permitan establecer un marco de confianza entre los interlocutores, frente a las culturas en las que las relaciones personales y la confianza mutua tienen poca relevancia, y la negociación se encamina desde el principio hacia la consecución del “acuerdo” (se trata de culturas deal oriented, utilizando su denominación en inglés).
En líneas generales, según mi experiencia, la mayor parte de las culturas (asiática, mediterránea, latinoamericana, árabe) otorgan relevancia a las relaciones personales. Son básicamente las culturas de origen anglosajón (países del Norte de Europa y de Norteamérica) en las que predomina la orientación a “ir directamente al grano”, relegando el factor personal. En España, desde luego, el factor personal, los contactos personales, son fundamentales en el mundo empresarial y de negocios.
El segundo gran elemento diferenciador es entre culturas colectivistas e individualistas. Esta diferencia es muy importante, porque a su vez influye de forma directa sobre otras características. Las culturas colectivistas –las asiáticas son sin duda las más destacadas en el mundo actual de los negocios- dan mucha importancia a la jerarquía y el protocolo. Todos los que han trabajado en China saben bien el cuidado que hay que tener con estos aspectos y cómo, por poner un ejemplo, un error en la forma de sentar a los invitados en un banquete puede tener consecuencias negativas en una negociación.
La tercera gran diferencia se refiere al empleo de lenguaje directo frente a una comunicación en la que el contexto, los elementos indirectos son importantes. En estas últimas culturas los silencios, las insinuaciones, los gestos, pueden ser una forma de mandar mensajes, que no se captan si no se está preparado para ello. Este aspecto tiene una estrecha relación con el primero. En las culturas deal oriented existe una mayor tendencia al lenguaje directo, claro, explícito.
En conclusión, las barreras culturales son importantes. Incluso en la propia Unión Europea, en la que existe un mercado único, puede existir la tentación de pensar que las diferencias culturales son poco relevantes en las relaciones entre empresas. Es un error: muchas empresas tienen problemas a la hora de trabajar en países del Norte de Europa por no comprender sus características culturales.
Sin caer en exageraciones, las empresas que operan en los mercados internacionales deben ser conscientes de la existencia e importancia de los factores culturales, y prepararse adecuadamente para afrontarlos.
Artículo exclusivo para Club de Exportadores e Inversores Españoles.
Charlando con Luis Noé, director del Instituto de Promoción Exterior de Castilla-La Mancha (IPEX)
/en PublicacionesLa protección de los intereses empresariales españoles en América Latina
/en PublicacionesPor Balbino Prieto, presidente de Anthelex International; y Frutos Sastre, socio de Anthelex International.
Este artículo pertenece al nº20 de la revista electrónica: “Proyección exterior de la economía española”. Haz clic aquí para leer la revista electrónica completa.
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Las empresas españolas tienen fuertes intereses económicos en América Latina si bien es cierto que su peso e influencia durante los últimos años sigue una preocupante tendencia a la baja, de la que convendría hacer seguimiento y analizar. España debería apostar por una estrategia que contemple una política exterior más ambiciosa y protagonista, que despliegue fuertes lazos de colaboración con el mundo empresarial y que se adapte a los nuevos escenarios internacionales.
En términos de comercio, las exportaciones de bienes españoles a América Latina han descendido entre 2015-2021 un 2,2% mientras que las europeas han aumentado un 15,4%. Así, la cuota de exportaciones españolas a América Latina ha pasado de ponderar en 2015 un 6% a un 4,5% en 2021 (lo que supone 20.000 millones de dólares aproximadamente).
Mientras, Alemania y Francia avanzan en su posicionamiento en aquellas latitudes a través de la cooperación de su empresariado e instituciones públicas y sus acciones de diplomacia empresarial.
Por otro lado, la Unión Europea presenta dificultades para mantener su cuota en términos de exportaciones a América Latina ante la amenaza de China, como nuevo jugador de la región, en la que casi duplica en flujos comerciales a la Unión Europea. Su crecimiento va de la mano de la estrategia de la Ruta de la Seda, que facilita el acceso a recursos naturales, mejoras tecnológicas y conocimientos para las empresas chinas.
En cuanto a EE.UU., mantiene su habitual liderazgo con una cuota del 38% de inversión extranjera directa y un 32% en exportaciones en América Latina.
Por lo que se refiere a inversión extranjera bruta en América Latina, las empresas españolas alcanzan un stock en torno a 150.000 millones de dólares (30.000 millones de flujo de inversión aproximadamente en 2021), concentrándose un 70% de la misma en México, Brasil y Argentina, especialmente en sectores regulados como telecomunicaciones, infraestructuras, electricidad, banca, energías renovables y petróleo y gas.
Visto lo anterior, las instituciones españolas y los responsables públicos deberían ser conscientes de lo que está en juego y de las amenazas que se presentan, y asistir a las empresas, en la medida de sus posibilidades, en la preservación de sus intereses económicos. Habría que poner de relieve nuestros lazos históricos, culturales y valores comunes con América Latina, el patrimonio institucional diferencial respecto a otros países, nuestra privilegiada posición en materia de cooperación al desarrollo y nuestro posicionamiento histórico como socio comercial y de inversión (por ejemplo España ha llegado a ser el segundo socio de América Latina en materia de inversiones, siendo en la actualidad el principal inversor en Argentina y el primero europeo en México y Colombia), aprovechando los actuales acuerdos (APPRIs y de doble imposición) en vigor, así como los futuros acuerdos UE-Mercosur y México.
Esto implica apostar por una estrategia que contemple una política exterior más ambiciosa y protagonista, que despliegue fuertes lazos de colaboración con el mundo empresarial y que se adapte a los nuevos escenarios internacionales que acontecen.
Asimismo las empresas españolas deberían además tener presente y analizar con prospectiva los diversos movimientos que se están produciendo en el panorama internacional y que afectan directa e indirectamente a sus negocios e inversiones a escala global y regional.
Así, por ejemplo, la invasión a Ucrania ha provocado impactos en el aprovisionamiento y en los precios de las materias primas, de la energía y de determinados alimentos y ha deteriorado el comercio y la inversión en los mercados afectados por la situación. Tengamos en cuenta la vulnerabilidad de los países de América Latina con respecto a los ciclos de las materias primas. Y las posibilidades que puede ofrecer América Latina a España como potencial suministrador alternativo que no se deberían desaprovechar.
La invasión también ha acrecentado la lucha comercial-tecnológica de bloques entre EE.UU. y China, de la que no es ajena la empresa española, lo que ha supuesto un debilitamiento del multilateralismo así como la creación de barreras comerciales que no dejan de aumentar -y que trae consigo la disminución de los flujos transfronterizos- como la imposición de prohibiciones a la exportación de alimentos y fertilizantes como respuesta a la subida de los precios de las materias primas, las restricciones al comercio de microchips y semiconductores de EE.UU. o a la inversión verde, dirigidas a evitar la transferencia de tecnología y que incluyen requerimientos sobre el contenido local.
Así, de un análisis de la imposición de restricciones perjudiciales de bienes, inversión y servicios entre 2019 y 2022 (Fuentes: Caldara y Lacoviello 2022 y Global Trade Alert) a nivel global, se observa que estas restricciones se han multiplicado x2,75.
Este escenario ha generado, a su vez, una inflación persistente lo que podría provocar una crisis de deuda pública en determinados países emergentes o en vías de desarrollo más vulnerables (p. ej. Brasil con una deuda pública de un 117% sobre PIB; o México con vencimientos de deuda por valor de un 12% del PIB) que podría afectar a su comercio internacional con España y a su recepción de inversión extranjera directa de España; también un posible deterioro de las divisas locales en América Latina lo que puede suponer un riesgo en el comercio bilateral con las empresas españolas y en su inversión en activos productivos locales; adicionalmente, esta situación de debilidad puede generar mayor inestabilidad social al quedar desatendidas demandas sociales, dando lugar a gobiernos frágiles, faltos de consenso, populistas y proteccionistas -existen diversos ejemplos en América Latina-, peligrosos para las inversiones internacionales, y cuyos movimientos se deben monitorizar. Todos tenemos en nuestra memoria casos empresariales que contemplaron nacionalizaciones, expropiaciones y aplicaciones de barreras no arancelarias.
Sin embargo, se observan también oportunidades para las empresas españolas como puede ser el afianzamiento de España como cuna de “hubs” para compañías multilatinas y pymes latinoamericanas (startups y scaleups); o las potenciales alianzas que pueden surgir en los sectores TIC y fintech; asimismo se dan circunstancias favorables como son que España sea miembro de las multilaterales CAF, BID y BCIE y que esté bien posicionada respecto al resto de países europeos en la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Perú, México).
Es por ello que, dado el contexto internacional, resulte muy recomendable una política exterior española más audaz, una colaboración público-privada más eficaz y que los consejos de administración y la alta dirección se doten de conocimiento y de análisis prospectivos para prevenir riesgos y detectar oportunidades en América Latina relacionados especialmente con la geopolítica, la política y la regulación. Estas medidas de anticipación y análisis de la información las proporciona la inteligencia empresarial implantada en el seno de la propia empresa o a medida a través de firmas especializadas.
Artículo exclusivo para Club de Exportadores e Inversores Españoles.