“África entra en las coordenadas”

Balbino Prieto (presidente de honor del Club)
Expansión
17 de febrero de 2018

El marco de la economía global, en el que se desarrolla la actividad de las empresas, está en pleno y acelerado proceso de cambio. Los tradicionales ejes de influencia económica y política en el mundo, en los que destacaba sobre los demás la preponderancia del hemisferio occidental, con Estados Unidos y Europa a la cabeza, empiezan a dibujar un nuevo sistema de coordenadas en el globo terráqueo. Llevamos años escuchando hablar a importantes analistas en geopolítica del fuerte dinamismo que está adquiriendo el área Asia-Pacífico, pero también África comienza a perfilarse, cada vez con más fuerza, en el nuevo mapa del poder económico mundial.

¿Será el siglo XXI en el que veamos el despegue definitivo del continente africano?, se preguntan muchos analistas. Dirigentes de la talla del presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, no albergan dudas al respecto. “En África se juega el futuro del mundo”, afirmó el mandatario francés hace unos pocos meses en la tradicional conferencia de embajadores franceses. Y es que, según algunos análisis, para el año 2050 se prevé que este continente tenga una población que se situará entre los 2000 y los 2500 millones de habitantes. Esa nueva realidad demográfica supondrá un gran reto no sólo para los Gobiernos de los respectivos países africanos, sino también para la comunidad internacional, y en especial para la Unión Europea, que históricamente ha mantenido vínculos estrechos relacionados con el desarrollo económico, la seguridad, la movilidad y la gobernanza.

Como se encargan de recordar diversos informes, la UE es hoy por hoy el primer contribuyente a escala mundial en todo lo que concierne al desarrollo, la estabilidad y la paz en África. Esta contribución, por ejemplo, se sustancia en ayudas por un valor superior a los 20.000 millones de euros anuales provenientes de la UE, a las que habría que añadir las inversiones procedentes de empresas comunitarias, que equivalen a un tercio de la inversión extranjera directa en el continente. Sólo hasta 2020, la Unión Europea prevé movilizar recursos en el continente por valor de 44.000 millones de euros. Son cifras que subrayan el interés estratégico de la región para la vieja Europa, y que no contabilizan el esfuerzo que supone mantener en estos momentos hasta siete misiones civiles y militares desplegadas en las zonas calientes del continente.

España comparte frontera e intereses económicos con África, si bien es cierto que limitados principalmente a los países del Magreb. Sin embargo, tanto por la buena imagen que proyecta sobre todo el continente, como por el excelente desempeño de nuestras empresas en muchos mercados del mundo, estamos llamados a desarrollar en la región una presencia mucho más intensa, que perfectamente podría dirigirse a sectores como el de infraestructuras, agroindustria, seguridad, sanidad o formación, donde gozamos de gran reconocimiento. Por ejemplo, de ese enorme margen de mejora que aún tienen por delante nuestras empresas en África, resultan elocuentes estos datos: nuestras exportaciones al continente representan menos del 7% del total (apenas 16.200 millones de euros en 2016), mientas que el stock de inversiones no llega al 1%, lo que supone menos de 4500 millones de euros.

Otros países, como Francia, Alemania e Italia, están prestando una gran atención a África, lo que debe estimular a España para no quedarse atrás en este empeño. Desde el Club de Exportadores e Inversores hemos presentado al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación una serie de propuestas de cara a la elaboración del nuevo Plan África. Es obvio que, si queremos una mayor proximidad con el continente, la solución pasa por intensificar las relaciones bilaterales entre España y los países africanos y mejorar el marco de acuerdos bilaterales como instrumentos para las relaciones comerciales. Asimismo, esta vez en el plano financiero, sería aconsejable lograr un impulso de los mecanismos de financiación y conseguir una mayor flexibilidad en relación con la cobertura de riesgo a la exportación. Todo ello bajo el paraguas de una extensa y nutrida representación diplomática y comercial en estas naciones, y la firme resolución de ganar peso y representatividad institucional en los organismos internacionales donde actualmente se están gestando las estrategias y políticas relacionadas con África. Tenemos por delante una oportunidad histórica. Se trata ahora de hacer un buen diagnóstico de la realidad y ponernos, sin pausa, manos a la obra.