Egipto, el potencial del país milenario para las empresas españolas.

Antonio Bonet (presidente del Club)
Empresa Exterior
27 de abril de 2022

Mapa de Egipto. Fuente: Google Maps


En 2020, Egipto fue el segundo cliente de España en África, solo por detrás de Marruecos, y el cuarto cliente en el mundo árabe, tras Marruecos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Con 105,5 millones de habitantes, la República Árabe de Egipto es el tercer país más poblado de África, tras Nigeria y Etiopía, la segunda mayor economía del continente, con un Producto Interior Bruto (PIB) aproximado de 395.000 millones de dólares), solo precedido por Nigeria, y la tercera del mundo árabe, tras Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.A nivel económico, según el Banco Mundial, el PIB egipcio se redujo en un 3,3% en 2021 respecto al año anterior, afectado por el impacto actual de la COVID-19. A pesar de la resiliencia mostrada durante la pandemia, el país presenta una situación económica inestable que lleva arrastrando varios años, marcada por el bajo rendimiento de las exportaciones no petroleras y de las inversiones extranjeras, la reducida aportación del sector privado a la economía y la elevada deuda pública. No obstante, en 2022 se espera que la economía egipcia continúe su recuperación, con un crecimiento estimado del 5% respecto a 2021.

Tradicionalmente, Egipto ha mantenido una política exterior activa con otros países árabes, especialmente del Norte de África, los países del Golfo y Estados Unidos. Destaca, además, su activismo diplomático y su papel mediador en asuntos internacionales regionales, como la incursión iraquí en Kuwait o los Acuerdos de Oslo (conflicto palestino-israelí).

Egipto forma parte de numerosas organizaciones internacionales, como el Fondo Árabe para Desarrollo Económico y Social, la Unión Africana, el Fondo Monetario Árabe, Naciones Unidas, el Banco Islámico de Desarrollo o el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Y es también miembro fundador de la Liga Árabe, cuya sede se encuentra en El Cairo.

La importancia económica, demográfica, histórica y geopolítica de Egipto explican su relación con la Unión Europea (UE). Esta se formaliza desde 1995 a través de Asociación Euromediterránea, que constituye un marco de cooperación multilateral entre la UE y los países al sur del Mediterráneo. Además, desde 2004, está operativa, también con estos países la Confederación de Asociaciones de Negocios Egipto-Europa (CEEBA), erigida como un foro para promocionar el intercambio de comercio, inversión y tecnología entre ambas partes.

Hoy en día, esta asociación se ha extendido a la esfera económica, convirtiéndose la UE en el primer socio comercial del país, hasta el punto de representar el el 25% de su comercio exterior.

Por lo que respecta a las relaciones de la República Árabe de Egipto con España, estas se vienen desarrollando a nivel diplomático desde el 1949, si bien las relaciones históricas entre ambos países se remontan a más de 500 años.

En general, las relaciones bilaterales entre los dos países han estado marcadas por su fluidez, especialmente a partir de la firma del Acuerdo de Amistad y Cooperación en 2008. Desde entonces, existe una relación estrecha con visitas y se han producido en varias ocasiones encuentros entre los respectivos mandatarios.

En 2021, Egipto se situó en el puesto 34º en la lista de países importadores de bienes españoles y en el 46º entre los exportadores de mercancías a España. En concreto, las ventas españolas al país ascendieron a 1.593M de euros, registrando un aumento del 9,1% respecto a 2020. Esta cifra representó el 0,55% del total de exportaciones españolas mundiales, y en la cesta de productos exportados figuraron las partidas de cobre y sus manufacturas (14,2% del total de las exportaciones), vehículos automóviles (12,8%) y máquinas y aparatos eléctricos (9,7%).

Hay que decir, además que, en 2020, Egipto fue el segundo cliente de España en África, solo por detrás de Marruecos, y el cuarto cliente en el mundo árabe, tras Marruecos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Por otro lado, en 2021 el valor de las importaciones españolas procedentes de Egipto alcanzó los 1.191,1M de euros, un 80,6% más respecto a 2020, cuando se situaron en 659,6 millones de euros. Esta cifra representó el 0,38% de las importaciones totales españolas al mundo, y entre los principales productos procedentes de Egipto en ese año destacaron el fueron hierro y el acero (27,5% del total de las importaciones), combustibles y aceites minerales (16,6%), plásticos y sus manufacturas (9,8%) y prendas de vestir (6,5%).

En 2021, las relaciones comerciales entre España con Egipto se saldaron con superávit para nuestro país por valor de 401,9M de euros (800M, en 2020) y una tasa de cobertura del 133,7% (221,3% en 2020).

Resulta interesante reseñar también que el stock de inversiones españolas en Egipto, según los últimos datos disponibles, relativos a 2019 y procedentes del registro español de inversiones DataInvex , ascendió a 467,7 millones de euros, centrándose en los sectores de seguros, reaseguros y fondos de pensiones (176,8 millones de euros);  fabricación de productos minerales no metálicos (106,8M), y construcción (52,4M).

En conclusión, pensamos que las relaciones bilaterales entre España y Egipto atraviesan en la actualidad un buen momento, especialmente en el ámbito político. No obstante, aún existe un gran margen de mejora en cuanto a las relaciones económicas, dado que España ha centrado tradicionalmente sus intercambios comerciales con otros países norteafricanos como Marruecos o Argelia.

Este impulso económico podría venir de la mano de las oportunidades de negocio presentes en sectores como la energía, el transporte, la construcción o el turismo, en los que España posee una gran experiencia, o a través de la participación española en alguno de los grandes proyectos que está desarrollando Egipto actualmente, como la ampliación del Canal de Suez o la construcción de una nueva capital administrativa.

Además, las empresas españolas pueden encontrar en Egipto una plataforma para dar el salto a otros países del continente africano y del mundo árabe. No cabe duda del potencial existente, pero para ello Egipto deberá realizar cambios tanto económicos (mayor consolidación fiscal, mejorar la seguridad jurídica o facilitar la burocracia), como sociales (disminución del desempleo y los niveles de pobreza), si desea convertirse en un destino atractivo para las empresas españolas.