Jordania: estabilidad política y apertura al exterior

Antonio Bonet (presidente del Club)
18 de noviembre de 2020
Empresa Exterior

Mapa de Jordania. Fuente: Google Maps


Jornada representa, desde el punto de vista político, un extraordinario caso de estabilidad en una de las regiones más convulsas del planeta. En los últimos cinco años, el país ha experimentado unos niveles de expansión económica moderados, con un crecimiento de su PIB por debajo del 2,5%. Son cifras modestas para una economía en desarrollo, pero que adquieren especial valor si tenemos en cuenta la inestabilidad regional en Oriente Medio. El país ha debido afrontar la llegada de más de más de medio millón de refugiados sirios y ha visto reducido su comercio con dos países limítrofes, como son Irak y Siria.

En 2020, Jordania ha sido uno de los países que adoptaron medidas más restrictivas ante la primera ola de la pandemia de COVID-19. Durante meses, las fronteras quedaron cerradas y los ciudadanos tuvieron prohibido incluso salir a la calle para hacer la compra. El PIB registrará este año una contracción del 5%, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, si bien se estima un crecimiento medio del 3,2% anual entre 2021 y 2025.

Con una población equivalente a la de Portugal (10,5 millones de habitantes) y una extensión similar a la de Andalucía (89.000 kilómetros cuadrados), Jordania no cuenta con una gran riqueza de recursos naturales, a diferencia de otros países de la región.  Su estructura productiva se basa eminentemente en el sector servicios, responsable de casi el 75% del PIB y el 80% del empleo.

Sin embargo, en términos de comercio internacional, es una economía abierta al exterior, con una amplia red de tratados comerciales: con Estados Unidos, con Canadá y con otros países árabes, además de mantener vigente desde 2002 el Acuerdo de Asociación UE-Jordania. Asimismo, ocupa el puesto 75 en el índice Doing Business del Banco Mundial, el puesto 70 en el Global Competitiveness Index del Foro Económico Mundial y el puesto 66 en el Index of Economic Freedom de la Fundación Heritage.

En 2019, sus exportaciones de mercancías ascendieron a 8.300 millones de dólares, frente a los 19.300 millones que representaron las importaciones. Los principales clientes del país son Estados Unidos, Arabia Saudí, la India e Irak, mientras que sus mayores proveedores son Arabia Saudí, China y Estados Unidos. Por sectores, los capítulos más destacados de la exportación jordana son los artículos textiles, los productos químicos y los productos farmacéuticos. En cuanto a las importaciones, predominan los combustibles, los aparatos mecánicos y eléctricos, y los vehículos.

Si nos centramos en el comercio bilateral entre España y Jordania, hay que señalar que la balanza presenta superávit para nuestro país. Las exportaciones españolas de mercancías rozaron el año pasado los 300 millones de euros (lejos de la cota de 437 millones alcanzada en 2016). Los principales capítulos de nuestras ventas son semimanufacturas, bienes de equipos y productos de alimentación. Por su parte, las importaciones procedentes de Jordania se situaron en 2019 en 52 millones, de los cuales el 85% corresponde al sector de los productos químicos (sobre todo nitrato de potasio y abonos minerales).

La inversión extranjera directa ha sido durante las últimas décadas un motor esencial para el desarrollo económico del país. En la actualidad, el stock acumulado de inversión foránea supera los 36.000 millones de dólares, lo que equivale aproximadamente al 80% del PIB. Desgraciadamente, la inversión española es residual: apenas 11,45 millones de euros de stock, según los datos de la Secretaría de Estado de Comercio. Y en los últimos años ha descendido a niveles similares a los años 2008-2009. El sector de las instalaciones eléctricas es el principal foco de negocio de los inversores españoles en el país.

Es preciso señalar que España y Jordania mantienen un acuerdo de promoción y protección recíproca de inversiones (APPRI) en vigor desde 2002. Sin embargo, no existe un convenio bilateral contra la doble imposición, que sin duda supondría un estímulo para el aumento de la presencia empresarial española en Jordania.

Hace poco más de un mes se produjo un cambio de gobierno en el país. El nuevo Ejecutivo, presidido por Bisher Khasawneh, tiene dos retos primordiales: por un lado, atajar la pandemia de COVID-19 y, por otro, aplicar reformas estructurales que permitan modernizar la economía y potenciar su crecimiento.

Desde el Club de Exportadores e Inversores estamos convencidos de que las empresas españolas pueden desempeñar un papel destacado en el desarrollo económico de Jordania y también en la reconstrucción de Siria, proceso en el que sin duda Jordania será un actor protagonista. En ese sentido, animamos a las empresas a que exploren el mercado jordano, que ofrece oportunidades de negocio en sectores tales como la energía, el tratamiento de aguas, el transporte, el turismo y la digitalización.