La digitalización como aliada del comercio exterior

Antonio Bonet (presidente del Club)
ABC
28 de abril de 2019

La digitalización está provocando cambios profundos y disruptivos en el comercio internacional de bienes y, sobre todo, en el de servicios. Las empresas españolas, especialmente las pymes, deberían adaptarse a estos cambios y aprovechar las oportunidades derivadas de este nuevo escenario. Para ello, como condición sine qua non, precisan transformar su mentalidad y, en muchos casos, también sus modelos de negocio.

Realidades como el comercio electrónico y el uso de plataformas de compra on-line han alcanzado ya volúmenes de actividad gigantescos. Según datos de la Organización de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), el comercio electrónico supone a nivel global más de 25 billones de dólares, de los cuales la venta al consumidor final (B2C) representa casi un 15%. Precisamente, hace unos días Amazon informaba de que más de 8.000 pymes españolas vendieron en 2018 a través de su plataforma, y que más del 75% de ellas exportó sus productos tanto a Europa como al resto del mundo, tras haber disparado un 50% sus ventas por este canal.

Las oportunidades (y amenazas) de la digitalización en el comercio exterior provienen de varios factores. En primer lugar, de la creación de nuevos mercados antes inexistentes, especialmente en el campo de los servicios. Sería el caso, por ejemplo, de los videojuegos, que además llevan años vendiéndose on-line, y también de servicios antes no comercializables como la telemedicina, cuyo alcance presenta dimensiones planetarias.

En segundo lugar, la digitalización genera la desaparición de mercados o su transformación a través de modificaciones muy sustanciales de la forma de entrega de bienes o servicios. No hace falta recordar que los CD de música o los DVD de cine han sido sustituidos prácticamente por la distribución en streaming. De hecho, si en 2000 los bienes digitalizables, como libros en papel, representaban el 2,7% del comercio mundial de mercancías, hoy suponen un exiguo 0,8%, según datos de la OMC.

Al igual que ha ocurrido con la comercialización de servicios y productos, la producción también se está viendo positivamente afectada. El avance agigantado de la impresión en 3D está reduciendo el número de piezas y componentes que deben intercambiarse físicamente, lo que resulta beneficioso tanto para la producción como para las cadenas de valor globales, y facilita que las pymes entren en sectores como la fabricación de piezas y componentes.

Otras ventajas evidentes que traen las tecnologías digitales, merced a la concurrencia cada vez mayor de la inteligencia artificial, la robotización o el Internet de las cosas, se refieren a aspectos relacionados con la reducción y optimización del transporte y los costes logísticos. Su irrupción en el campo financiero ha permitido también simplificar y agilizar los pagos internacionales y el acceso rápido y sencillo a herramientas de cobertura del riesgo o de financiación. Hoy es mucho más fácil y barato que hace unos años la exportación de volúmenes de mercancías más pequeños gracias a estos avances tecnológicos y a la reducción de costes logísticos y administrativos del comercio exterior.

¿Está aprovechando España estas oportunidades? Minsait, una consultora perteneciente al grupo Indra, publicaba recientemente un interesante informe en el que sostenía que, durante las últimas dos décadas, España no ha sido capaz de extraer todo el partido posible a la revolución digital, a diferencia de lo sucedido en economías más avanzadas. Y citaba el caso de Estados Unidos, donde esta revolución ha contribuido a mejorar el valor añadido de su economía casi siete veces más de lo que lo ha hecho en España. No obstante, el mismo estudio ofrecía datos alentadores. Durante los últimos cuatro años, tras la salida de la crisis, la digitalización ha sido responsable de entre el 20 y el 30% de nuestro crecimiento, continua Minsait.

Las tecnologías digitales, como vemos, pueden ser un aliado de las empresas en su actividad internacional e introducen un fuerte dinamismo en los mercados. No obstante, su rápido despliegue e introducción en los procesos empresariales, el cambio de hábitos de los consumidores y las nuevas dinámicas en los mercados plantean algunos importantes retos que exigen, en muchos casos, un cambio en la mentalidad de los empresarios.