El sector exportador en 2024: riesgo de estancamiento

Tribuna de Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores e Inversores Españoles
Expansión
29 de enero de 2024

Desde el año 2009 hasta el finalizado 2023, la exportación ha sido el principal motor de crecimiento de la economía española, pasando de representar el 23 % del PIB hace tres lustros, al 42% que representa en la actualidad.

Sin embargo, este proceso tan positivo viene dando síntomas de agotamiento. Aunque la exportación de bienes españoles ha batido récord en valor en estos últimos años, hemos perdido cuota de mercado mundial. En el periodo enero a octubre de 2023, el valor de la exportación ha sido igual que en el mismo periodo del año anterior, si bien en volumen se registró, por primera vez en muchos años y exceptuando el periodo de Covid, una caída del 4,8%.

Vender más por el simple efecto monetario de una inflación alta es, con toda evidencia, un riesgo a futuro, pues los productos españoles corren el riesgo de perder competitividad en materia de precios, y además en el caso de nuestro país no tenemos muchas más opciones que las actuales.

Seguimos concentrando la exportación en muy pocas empresas (solamente las 1.000 primeras aglutinan el 66% del valor de lo exportado); Europa sigue siendo el destino del 75 % de lo que vendemos, y nuestra exportación de productos de alta tecnología sigue siendo una parte muy pequeña del total: apenas el 7%, mientras que esa misma cifra en la UE se sitúa por encima del 18 %.

A esos tres males endémicos de la Exportación española (excesiva concentración en pocas empresas, escasa diversificación geográfica y bajo componente tecnológico), se vienen a unir ahora otros males coyunturales: si en 2023 era la guerra de Ucrania (que aún perdura), este año es el conflicto entre Israel y Hamás, que a su vez ha producido la crisis de navegación por el Mar Rojo debido a las agresiones de los rebeldes hutíes, y la consecuente necesidad de los buques mercantes de circunvalar África para evitar el peligro, incrementando con ello los costes del transporte.

A todo lo anterior se unen las políticas de subida de los tipos de interés que los Bancos Centrales han practicado durante 2023, y que si bien han permitido reconducir tasas de inflación que estaban disparadas, también han provocado un enfriamiento de las principales economías europeas, con crecimientos del PIB muy modestos, lo que debilitará su capacidad de compra y afectará a la exportación española que, como ya hemos dicho, en un 75 % se dirige a Europa.

La mencionada pérdida de dinamismo en el intercambio de productos se ve hoy por hoy compensada, a efectos de balanza por cuenta corriente, por la fortaleza de nuestra exportación de servicios no turísticos, que sigue una senda muy positiva.

Y por supuesto la recuperación paulatina del turismo internacional que nos llega, y que en 2023 ha superado los niveles de 2019, último ejercicio antes de la pandemia, con cifras similares en turistas llegados, pero con grandes incrementos en la media de gasto en que incurre cada uno de ellos.

Y quedaría finalmente evaluar otro aspecto que no es menos importante que los citados, para saber la evolución que pueda darse en 2024, y que son las políticas horizontales aplicadas por el Gobierno español en materia fiscal y laboral. Es urgente revertir la pérdida de competitividad que está sufriendo la economía española. Entre los años 2018 y 2023 ha caído un 3,8%, mientras que la media de la OCDE ha crecido un 4,6%.

Estas son medidas que afectan a todas las empresas, pero de manera agravada al sector exportador, que debe competir con empresas y productos de otros países que pueden tener una fiscalidad y un marco laboral más razonable, económico y eficiente.

Tanto en el ámbito fiscal como en el del mercado de trabajo los datos no ayudan al crecimiento del sector exterior, sino más bien al contrario: más impuestos y cotizaciones sociales y unas condiciones laborales más rígidas, que encarecen el coste directo e indirecto del factor trabajo. Un coste que, a diferencia del IVA, no es deducible en frontera, sino que acompaña al producto hasta su precio final, que puede dejar de ser competitivo.

Los exportadores españoles han demostrado sobradamente su capacidad de sobreponerse a cualquier desventaja, con un tesón y dinamismo que desde 2008 ha contribuido decisivamente a salvar el futuro de la economía española y con ello el bienestar de sus ciudadanos.

En este proceso nos hemos sentido muy apoyados por las instituciones que tienen este objetivo específico, como es el caso de CESCE, COFIDES e ICEX. Pero también necesitamos que el conjunto de la política económica y social se oriente a hacer más competitiva la exportación española, y no al contrario, como ahora está sucediendo, lo que incrementa todavía más el nivel de incertidumbre y el riesgo de estancamiento del sector en este año que comienza.