Escenarios marítimos de tensión geopolítica: su impacto en el comercio y en la economía
Por Abel Romero Junquera
Capitán de navío (R), analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos
Este artículo pertenece al nº33 de la revista electrónica: “Proyección exterior de la economía española”. Haz clic aquí para leer la revista electrónica completa.
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Aquel que controla la mar, controla el comercio;
aquel que controla el comercio, controla la riqueza del mundo;
y en consecuencia el propio mundo.
Sir Walter Raleigh (1552-1618)
Tras el colapso de la Unión Soviética y más de dos décadas de hegemonía de Estados Unidos, desde hace algunos años, potencias como Rusia y China (también Irán y Corea del Norte), están mostrando su rechazo al orden global vigente, abogando por “revisar” las normas que lo sustentan por unas más acordes a sus intereses. Así, el escenario geopolítico global se ha vuelto más inestable, más vulnerable, y el retorno de la competición entre (grandes) potencias es una realidad.
Por otra parte, está fuera de toda duda que el progreso, el desarrollo, y la propia riqueza del mundo están íntimamente ligados a la mar. Más del 80% del comercio mundial se hace por vía marítima, la forma más barata y accesible para comerciar. Las rutas marítimas son una suerte de sistema circulatorio, de arterias y venas de la economía mundial, por donde navegan los buques mercantes que transportan bienes y materias primas que son la esencia de la riqueza mundial.
Estas rutas, autopistas del comercio global, discurren mayoritariamente por espacios marítimos no sometidos a la soberanía de ningún Estado, aunque algunos tramos atraviesan estrechamientos o puntos críticos, y espacios de soberanía de algún país. La navegación libre y segura por estas rutas, que muchas veces se da por supuesta, es crítica para un comercio marítimo estable y fluido, y por tanto para el desarrollo y el buen funcionamiento de la economía.
Fuente: http://fity.club/lists/o/ocean-shipping-map/
Durante el último siglo, Estados Unidos, tomando el relevo del imperio británico (de carácter eminentemente marítimo y comercial) y siguiendo los principios de la Escuela geopolítica de Mahan, ha tratado de garantizar la libertad de navegación en los mares, uno de los principios básicos de su acción exterior, facilitando así las relaciones comerciales por todo el planeta, lo que ha contribuido a consolidarse como primera potencia económica, comercial y militar a nivel global.
Sin embargo, siempre han existido zonas donde las tensiones geopolíticas pueden afectar a la libertad de navegación y a la seguridad de las rutas marítimas, con el consiguiente impacto en el comercio, las cadenas de suministro y la economía.
Tres escenarios clave
Actualmente se pueden destacar tres de estos escenarios que sobresalen sobre el resto. Por una parte, y de máxima actualidad, el Mar Rojo, donde los ataques hutíes (desde Yemen) a buques mercantes ha provocado que el tráfico marítimo entre Europa y el Indo-Pacífico se haya reducido prácticamente a la mitad, con los consiguientes efectos económicos negativos en los países de la región, que cuentan con unas economías ya de por si vulnerables.
La opción de rodear el continente africano implica travesías más largas, es decir más tiempo, más costes, y menor capacidad de carga real (a mismo número de barcos, si la duración del tránsito se incrementa un 25%, donde antes se hacían tres viajes de ida y vuelta ahora solo se hacen dos), todo lo cual afecta directamente a la economía global. Sin embargo, y a pesar de los inconvenientes, el sistema está siendo capaz de gestionar la situación, esencialmente por existir una ruta alternativa viable.
La región donde posiblemente la situación pudiera ser más grave, es la del Mar de la China Meridional (MCM) y sus accesos por el Estrecho de Malaca. China, gran potencia industrial, económica y comercial, se está convirtiendo también en una gran potencia marítima (tanto mercante como militar), que quiere ejercer el control en sus mares cercanos, en particular en el MCM, que por supuestos derechos históricos considera espacio de soberanía.
Pekín quiere “revisar” las normas establecidas en la Convención de NNUU sobre Derecho del Mar (UNCLOS), tanto en cuanto a derechos de explotación de recursos (petróleo, pesquerías, gas) como para “controlar” la libertad de navegación por esas aguas. Estas aspiraciones revisionistas provocan tensiones con el resto de los países de la región, y en particular con EEUU, defensor de la libertad de navegación, a lo que se suma la delicada cuestión de Taiwán.
Un posible conflicto, bien por la hegemonía del MCM, bien por la soberanía de Taiwán, o por una combinación de ambas, podría provocar un colapso de la economía mundial de consecuencias imprevisibles. Europea sería particularmente afectada, ya que su seguridad y su economía dependen de la estabilidad en la región (el 40% del comercio exterior de la UE pasa por el MCM). A diferencia del Mar Rojo, en esta región no existe una ruta alternativa al paso por Malaca, lo que agrava la situación. En todo caso no parece probable, pues desde una perspectiva económica no interesa a ninguna de las partes, pero las tensiones existen, y una chispa o un cálculo erróneo podría encender la mecha del conflicto.
Un tercer escenario donde va subiendo la temperatura tanto a nivel geopolítico como climático es el Ártico. El calentamiento de estas aguas tiene una doble consecuencia; la mayor facilidad de acceso a los recursos (pesquerías, gas, minerales y casi un cuarto de las reservas mundiales de petróleo), y la posibilidad de navegar las rutas árticas durante algunos periodos del año, en particular la ruta del Noreste, paralela a la costa de Siberia.
Se está comenzando una suerte de competición por los recursos, a lo que añadimos la intención rusa (declarada) de “controlar” la ruta del Noreste, limitando la libertad de navegación (por tanto “revisando” el orden establecido por UNCLOS). A todo esto, se suma la creciente sensación de vulnerabilidad rusa al estar derritiéndose la barrera de hielo que siempre la ha protegido por el norte (Icy Sea según terminología de Mackinder), todo lo cual está provocando un aumento de las tensiones geopolíticas en la región. La citada ruta del Noreste es además la potencial alternativa china a Malaca, lo que sumado a su enorme necesidad de recursos energéticos (disponibles en el Ártico) hacen que la presencia china sea cada vez mayor, lo que se añade como factor adicional de potencial inestabilidad regional.
A modo de conclusión, debemos tener muy en cuenta que las rutas de comercio marítimo son elementos vitales para el desarrollo y la economía global del planeta, lo que hace necesario asegurar la libertad de navegación y la protección del tráfico mercante en todos los mares del planeta. Potencias revisionistas como China o Rusia muestran su desacuerdo con las normas y el orden vigente, lo que puede generar graves tensiones geopolíticas en regiones críticas para la navegación con las consecuentes implicaciones negativas para el comercio marítimo y para la propia economía a nivel global.
Diciembre de 2024