España como destino de teletrabajadores internacionales

Antonio Bonet Madurga, presidente del Club de Exportadores e Inversores y Angeles Gonzalez-Vigil, secretaria General de la Asociación Española de Movilidad Laboral (FEEX)

El Economista
28 de marzo de 2022

La pandemia del coronavirus ha traído consigo un cambio acelerado en el modelo laboral mundial. Las restricciones sanitarias han impuesto una adaptación a marchas forzadas a los nuevos hábitos laborales y el teletrabajo se ha establecido como la nueva forma segura de continuar con nuestra vida profesional. Lo que al comienzo de esta crisis sanitaria se planteó como una solución a corto plazo, se ha convertido ya en una alternativa para trabajar más seguros, conciliar la vida personal y laboral, ser más productivos, ahorrar tiempo y dinero en desplazamientos y reducir nuestro impacto negativo en el medio ambiente.

Cabe señalar, además, que la “coronacrisis” ha acelerado a nivel mundial una tendencia que se venía apreciando desde hacía algún tiempo entre un tipo de trabajadores altamente cualificados, los llamados nómadas digitales: teletrabajar largos periodos desde lugares muy distantes de lo que serían sus tradicionales puestos de trabajo presenciales. Cuando el teletrabajador reside en un país diferente al de la empresa que le contrata y sus servicios no tienen relación con el país de acogida estamos ante lo que se conoce como teletrabajo internacional.

En la medida en que contribuyen a crear riqueza en el país donde se asientan puesto que ellos y sus familias son consumidores de alto poder adquisitivo, los teletrabajadores internacionales suelen ser bienvenidos. En efecto demandan viviendas de lujo, servicios educativos privados para sus hijos y consumen ocio y cultura, etc. durante largos periodos de tiempo. Además, contribuyen a las arcas nacionales a través del pago de impuestos indirectos. Por otro lado, la existencia en el país de acogida de profesionales extranjeros con alto nivel de formación suele tener un efecto positivo en el sector empresarial y laboral, aumentando la posibilidad de trasvase al mercado local de esos teletrabajadores internacionales, especialmente si crean sus propias empresas en los países que los acogen.

De todas estas ventajas son conscientes muchos países que están adoptando políticas activas para atraer a teletrabajadores internacionales. Dentro de la Unión Europea son representativos los casos de Estonia, Croacia o Grecia. Fuera de Europa también hay países con políticas muy agresivas como Georgia, Emiratos Árabes, Antigua y Barbuda o Barbados, entre otros, que han implantado ya visados específicos para esta tipología de trabajadores y les conceden un régimen fiscal muy atractivo.

¿Qué hace falta para que un país se convierta en un destino demandado por teletrabajadores internacionales? En primer lugar, que el país y, especialmente, la ciudad donde quieran establecer su residencia temporal sea atractiva. Según un estudio realizado por InterNations en 2020, Valencia, Alicante, Málaga, y Madrid figuran entre las mejores ciudades del mundo en las que compaginar trabajo y vida para extranjeros. Una percepción que responde a factores como su calidad de vida, su conectividad internacional y su oferta cultural. Además, es necesario que el marco legal favorezca el teletrabajo internacional. El teletrabajador y su familia tienen que poder obtener visado de residencia temporal de forma rápida y que se reconozcan sus derechos laborales, de seguridad en el trabajo, y otros relativos a seguridad social. Y finalmente que el tratamiento fiscal que le otorgue la Hacienda del país receptor no les penalice.

Si queremos que España esté en igualdad de condiciones legales para competir por atraer este tipo de talento internacional, es imprescindible que nos dotemos de una normativa específica que regule el teletrabajo internacional para potenciar nuestro atractivo como destino de profesionales extranjeros. El carecer de regulación específica significa que estamos perdiendo oportunidades muy interesantes para nuestra economía que se derivan del hecho de ser uno de los destinos más señalados para trabajar de forma remota. No debemos olvidar la fuerte caída del turismo tradicional que hemos sufrido. Los teletrabajadores internacionales ayudarían a superar la crisis y servirían como elemento de diversificación de una de nuestras principales industrias nacionales: el turismo.

En este sentido, FEEX (Asociación Española de Movilidad Internacional) ha publicado un Libro Blanco sobre Teletrabajo Internacional, que el Club de Exportadores de Inversores apoya, en donde se recomiendan una serie de medidas de tipo regulatorio.

En primer lugar, la elaboración de una regulación específica a nivel europeo aplicable al supuesto del teletrabajo internacional que proporcione la seguridad jurídica necesaria tanto para el trabajador como para su empleador. De este modo, mediante un Reglamento se lograría una aplicación automática y uniforme en todos los Estados Miembros evitando competencia regulatoria entre los 27.  En el ámbito comunitario, el principio básico en materia de Seguridad Social es claro: la libre circulación de los trabajadores residentes en la Unión Europea y la creación de un sistema que les garantice, tanto la acumulación de todos los períodos tomados en consideración por las distintas legislaciones nacionales para adquirir y conservar el derecho a las prestaciones sociales y para el cálculo de éstas, como el pago de las prestaciones a las personas que residan en los territorios de los Estados Miembros. Para ello será necesario que el teletrabajador acredite el cumplimiento de las obligaciones en materia laboral, de Seguridad Social y fiscal. Además, se hace necesario ampliar el contenido de la actual normativa comunitaria implementando una normativa común con respecto a prevención de riesgos laborales en el teletrabajo internacional en todo el territorio de la Unión Europea.

Una segunda cuestión clave para el teletrabajo es la política migratoria. Específicamente en el caso de España es imprescindible que nuestra legislación prevea la concesión de visados de forma ágil y rápida para este tipo de trabajadores, simplificando la compleja y lenta burocracia que existe actualmente.

En tercer lugar, en temas fiscales, si queremos ser competitivos en un mundo global que intenta atraer talento internacional, deberíamos modificar nuestro régimen fiscal para que el traslado a España no le suponga una mayor carga impositiva tanto al trabajador (por ejemplo,  mayor tipo impositivo en España que en el país del empleador, doble tributación…) como a la empresa contratante (por ejemplo, no obligándola a que realice retenciones en España), y evitando considerar que hay un establecimiento permanente en España y por tanto sujeto a tributación).

En definitiva, la pandemia ha demostrado que el teletrabajo internacional es posible y que hay muchos profesionales altamente cualificados que lo demandan y profesionales independientes que buscan un entorno diferente para vivir y trabajar. Pero nos encontramos ante una nueva realidad en la que cuestiones regulatorias, tales como migratorias y fiscales juegan un papel determinante para atraer el talento internacional. Muchas grandes compañías ya han empezado a favorecer la deslocalización de algunos de sus empleados hacia países en los que puedan cumplir con sus obligaciones fiscales y de seguridad social y así evitar riesgos regulatorios. En el caso de España el desafío es triple: conseguir una legislación comunitaria que favorezca la libre movilidad y la captación de capacidades más allá de nuestras fronteras; crear un sistema de visados que facilite la instalación en nuestro país de teletrabajadores internacionales; y, modificar nuestra fiscalidad para que no penalice a este tipo de trabajador expatriado Solo así nos encontraremos en igualdad de condiciones y lograremos atraer y retener talento internacional, flexibilizando y agilizando los trámites administrativos y regulatorios junto con una visión de país atractiva para los profesionales extranjeros que quieren residir en España y trabajar para sus empresas en otros países o emprender en nuestro país.