La fragmentación geopolítica: posibles implicaciones positivas para España

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Por Enrique Fanjul, socio de Iberglobal y miembro del Comité de Reflexión sobre Internacionalización del Club de Exportadores

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Este artículo pertenece al nº30 de la revista electrónica: “Proyección exterior de la economía española”. Haz clic aquí para leer la revista electrónica completa.   

Las tensiones geopolíticas han puesto en marcha nuevas estrategias de relocalización geográfica de la actividad internacional de las empresas y de los países, que buscan resiliencia, seguridad. Para países como España, en el que la mayor parte de las inversiones extranjeras procede de países afines políticamente, pueden abrirse oportunidades.

Las crecientes tensiones geopolíticas están afectando a las relaciones económicas internacionales. Los países y las empresas prestan más atención a su seguridad económica. Para ello han recurrido a una serie de estrategias bien conocidas: aumentar sus existencias, diversificar sus suministradores y sus clientes, revisar sus estrategias geográficas de internacionalización.

Como consecuencia, está aumentando el grado de fragmentación en la economía internacional. Se han popularizado en estos últimos años términos como nearshoring, reshoring, friendshoring, para designar las nuevas estrategias de las empresas que persiguen una reorientación geográfica de sus actividades internacionales con el fin de protegerse de los riesgos de las tensiones geopolíticas.

El tema fue objeto de una discusión en el II Foro IED España, celebrado en la Universidad Nebrija de Madrid el pasado 26 de septiembre, con la colaboración de SIfdi, una consultora especializada en asesoramiento sobre inversiones extranjeras.

En particular fue tratado por Esther López, del Banco de España, que realizó una interesante intervención sobre “Patrones de inversión extranjera en un contexto de fragmentación de las relaciones internacionales”, presentando los resultados de un trabajo realizado por un grupo de investigadores del Banco de España.

Como puede verse en el gráfico adjunto (extraído de la presentación de Esther López), la tendencia a la fragmentación es un hecho asumido de manera generalizada por las empresas. Como puede verse en el gráfico, más de un 70% de las empresas multinacionales en la Unión Europea (UE) tienen previstas en los próximo cinco años estrategias de nearshoring, diversificación y friendshoring.

El aumento del recurso a estas estrategias en relación con los últimos cinco años es muy notable. Llama la atención en especial el fuerte aumento de las estrategias de friendshoring, que ha sido seguidas por algo más del 10% de las empresas en los últimos años, pero que más de un 40% tienen previsto seguir en los próximos cinco años.

Ha habido analistas que han cuestionado el alcance que podrían estar estas nuevas estrategias de localización geográfica por parte de las empresas. Los costes que supone una estrategia de diversificación geográfica con muy altos; las empresas no tienen voluntad, o disposición de asumirlos.

La fragmentación, la diversificación geográfica, la relocalización de suministradores y clientes, tiene efectivamente unos costes importantes. Construir una cadena de suministros lleva tiempo y recursos: no es fácil por ejemplo localizar proveedores de bienes intermedios para el proceso productivo de una empresa; para ello hay que viajar, visitar potenciales suministradores, investigar su solvencia y seriedad. Hay que negociar con ellos, acordar requerimientos técnicos, supervisar que los suministros cumplen con estos requerimientos. Etcétera.

Una consecuencia es que los costes de las transacciones internacionales han aumentado, y con ello se reducen los beneficios de las relaciones económicas internacionales. Es más caro comerciar internacionalmente.  Aquí tenemos un factor que impulsa la desglobalización.

Ahora bien, esta situación puede suponer efectos relativamente favorables para ciertos países, como por ejemplo España. De entrada, España cuenta de partida con la “ventaja” de que la mayor parte de la inversión extranjera directa que ha recibido procede de países afines políticamente (Europa, Estados Unidos). En este aspecto, la vulnerabilidad de España en cuanto a riesgos de conflictos geopolíticos es menor.

Por otro lado, España pertenece a la UE. Tradicionalmente se ha considerado como una característica negativa la elevada concentración geográfica del comercio exterior español en la UE (a la que ahora habría que añadir Reino Unido). Pero, en la perspectiva de estas nuevas tendencias a la relocalización geográfica, esta concentración puede convertirse en un activo. España ofrece, para las multinacionales de numerosos países, una proximidad geográfica y una afinidad política con los países de la UE (ofrece algo más que afinidad: España está integrada en un bloque político-económico con estos países). Todo ello, aparte de los atractivos que España ofrece tradicionalmente para los inversores extranjeros: costes laborales moderados, buenas infraestructuras, etcétera).

La evolución del escenario internacional es muy fluida. Pueden producirse acontecimientos que supongan trastornos y alteraciones importantes. Por ello hay que ser prudente a la hora de hacer previsiones, de llegar a conclusiones. Pero, a salvo de los shocks que tenga que afrontar el escenario internacional, España cuenta con activos valiosos para desenvolverse en las nuevas condiciones. España tiene que saber aprovecharlos.

Septiembre de 2024