El problema de la baja productividad en la UE: causas y posibles soluciones

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Por Antonio Bonet Madurga, presidente del Club de Exportadores e Inversores Españoles

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Blanco y negro productividad

Este artículo pertenece al nº28 de la revista electrónica: “Proyección exterior de la economía española”. Haz clic aquí para leer la revista electrónica completa.   

Desde finales del siglo pasado, la UE no solo ha experimentado un crecimiento del PIB muy reducido, sino que la productividad ha estado estancada. El autor analiza los factores que explican el retraso de la UE en productividad en relación con Estados Unidos, y formula una serie de recomendaciones para corregirlo. (Este artículo está basado en el que ha publicado el autor en la Revista Política Exterior el pasado mes de mayo 2024).

Europa se enfrenta a dos desafíos a medio plazo cuya solución requiere un crecimiento económico significativo. La mitigación y adaptación al cambio climático demandará inversiones multimillonarias; el envejecimiento de la población incrementará sustancialmente los gastos en salud y pensiones. Para cubrir estos costos, es crucial que los países de la UE aumenten su Producto Interior Bruto (PIB). Sin embargo, lo que ha ocurrido en Europa en las tres últimas décadas muestra que este crecimiento será difícil conseguirlo. Sin embargo, otros países como Estados Unidos, que tiene un modelo de economía de mercado similar al nuestro, han mostrado que es posible.

Desde finales del siglo pasado, la UE no solo ha experimentado un crecimiento del PIB muy reducido, sino que la productividad ha estado estancada. Por el contrario, el Banco Mundial señala que muchos países en vías de desarrollo han incrementado significativamente su participación en el PIB mundial, e incluso Estados Unidos ha mantenido una cuota del PIB mundial cercana al 25% y su PIB per cápita ha crecido más rápidamente que el de la UE.

El crecimiento económico depende del uso eficiente de los factores productivos: la cantidad de trabajo y su productividad. Numerosos estudios muestran que en EE. UU. se trabaja más que en Europa, como veremos más abajo. En cuanto a la productividad, en EE. UU. ha crecido ligeramente desde finales del siglo XX, mientras que en la UE ha permanecido casi estancada.

El trabajo como factor productivo

En términos de horas trabajadas, los estadounidenses trabajan más que los europeos (1.811 horas anuales de promedio en EE. UU.; es decir, un 15% más que en la UE). Además, la tasa de natalidad en Estados Unidos (1,7) lleva siendo muchos años superior a la de muchos países europeos, lo que implica una fuerza laboral más joven y numerosa.

Otro factor crucial es la estructura demográfica. El envejecimiento de la población implica un mayor porcentaje de personas dependientes, incrementando la carga sobre la población activa.

Un informe de la ONU de 2022 señala que mientras en 1970 había aproximadamente cuatro personas de entre 15 y 59 años por cada persona mayor de 60 en Estados Unidos, en Europa esta proporción era menor. Hoy, la proporción ha disminuido en ambos lados del Atlántico, pero en Europa es notablemente más baja que en Estados Unidos. Es decir, esta diferencia demográfica afecta directamente la capacidad de crecimiento económico y sostenibilidad del gasto social, que es inferior en la UE a la de EE. UU.

Capital humano y físico

La productividad está influenciada por el capital humano, el capital físico y los avances tecnológicos.

Aunque la capacitación de la mano de obra es similar en ambos lados del Atlántico, la inversión en capital físico y tecnológico en Estados Unidos supera a la europea.

En general suelen ser las empresas grandes las que más invierten en capital físico y en tecnología. Es ilustrativo que las diez empresas con mayor capitalización bursátil del mundo son de Estados Unidos y su valor total supera al conjunto del valor de las bolsas de Francia, Alemania y Reino Unido. La bolsa norteamericana es considerablemente mayor que la suma de las europeas, que además no están integradas. En la UE no hay un mercado financiero (como en EE. UU.), sino uno en Alemania, otro en Francia, …. Es decir, el mercado financiero estadounidense es más grande y está mejor integrado que los mercados europeos, que siguen fragmentados. Otro ejemplo, a finales del siglo XX entre las 10 mayores empresas del mundo solo había 4 norteamericanas; hoy, 9 de las 10 primeras lo son.

Innovación tecnológica

En tecnología, Estados Unidos también lleva la delantera. Su gasto en I+D es superior en términos absolutos y relativos al europeo. Las empresas estadounidenses lideran en sectores emergentes como la inteligencia artificial y la biotecnología.

En 2023, las empresas norteamericanas de inteligencia artificial atrajeron 26.000 millones de dólares en capital riesgo, mucho más que cualquier otro país.

Otro ejemplo; la UE ha aprobado recientemente un paquete de medidas de apoyo a la informática en la nube por valor de € 1.200 millones. Esto supone el 4% de la inversión anual de Amazon Web Services en estos temas, según McKinsey Global Institute. La mayoría de las patentes mundiales provienen de empresas de EE. UU. (y de China), dejando a Europa rezagada en innovación.

Políticas económicas necesarias

Para enfrentar los retos del cambio climático y el envejecimiento poblacional, Europa necesita modificar sus políticas económicas para poder tener un crecimiento significativo. Las recientes elecciones al Parlamento Europeo ofrecen una oportunidad para influir en estas políticas. El Parlamento determinará quién será el próximo presidente de la Comisión Europea y el del Consejo Europeo, instituciones clave para la política económica de la UE.

Los nuevos dirigentes deben establecer políticas económicas y regulatorias que fomenten el crecimiento del PIB. Solo así Europa podrá generar los recursos necesarios para enfrentar los desafíos del cambio climático y el envejecimiento poblacional.

No pretendemos hacer un listado exhaustivo de propuestas de modificación de las políticas económicas de la UE. Pero si es conveniente subrayar tres ideas básicas para alcanzar ese objetivo.

Por una parte, mantener la globalización. Europa ha prosperado gracias a la globalización. Es la región del mundo más abierta al comercio e inversión internacionales. Es crucial mantener la libertad de comercio e inversiones internacionales, por supuesto modificando algunos aspectos por motivos de seguridad estratégica, pero sin abandonar el sistema de Bretton Woods. Europa necesita materias primas y productos acabados de fuera de sus fronteras para mantener su competitividad. Además, necesita mercados externos para vender sus bienes y servicios, ya que el 44% del PIB de la UE proviene de exportaciones.

En segundo lugar, profundizar el mercado único. Un mercado único más eficiente y sin trabas aumentaría las economías de escala y la eficiencia. Aunque el mercado interior de bienes en la UE tiene todavía barreras que deben eliminarse, es el mercado de servicios el que aún está por construirse en muchos sectores. Expertos de la talla de Enrico Letta (ex primer ministro de Italia) y Mario Draghi (exgobernador del Banco Central Europeo) ya han señalado problemas y soluciones a nivel de la UE. La eliminación de barreras internas y la creación de un verdadero mercado único de servicios mejorarían la competitividad europea y estimularían el crecimiento económico.

En tercer lugar, desregulación. La carga regulatoria ha aumentado significativamente en la UE, especialmente para las pymes. Un ejemplo: la recién aprobada Directiva sobre Diligencia Debida de las Cadenas de Suministro, aunque bien intencionada, incrementará los costos de las empresas europeas, reduciendo su competitividad. Esta directiva obliga a las grandes empresas (e indirectamente a sus proveedores, que en su inmensa minoría son pymes) a realizar auditorías de sus proveedores (y los de éstos) para comprobar que sus prácticas empresariales no atentan contra los derechos humanos y son sostenibles medioambientalmente.

En suma, la desregulación reduciría la burocracia y los costos, beneficiando la economía. Reducir la carga burocrática permitirá a las empresas europeas, especialmente a las pymes, operar con mayor eficiencia y competitividad en el mercado global.

Conclusión

Los nuevos dirigentes de las instituciones europeas que surjan tras las elecciones al Parlamento Europeo deberán sentar las bases para establecer políticas económicas y regulatorias que permitan y fomenten un crecimiento del PIB. Esta visión debe ser el motor que impulse a los líderes europeos a tomar decisiones valientes y necesarias para garantizar un crecimiento económico sostenible y una mayor competitividad a nivel global.

Europa necesita estas reformas para generar los recursos necesarios para enfrentar los desafíos del cambio climático y el envejecimiento poblacional. Los citados informes encargados a Enrico Letta y Mario Draghi muestran un reconocimiento de la necesidad de cambio, lo que permite un optimismo cauteloso sobre el futuro económico de Europa. Solo con un crecimiento sostenido y políticas adecuadas, la UE podrá asegurar la prosperidad y bienestar de sus ciudadanos en el futuro.

Artículo exclusivo para Club de Exportadores e Inversores Españoles.

Junio de 2024