Cadenas Globales de Suministro y globalización: tres dudas causales y una nueva realidad

Por Juan José Zaballa, Técnico Comercial y Economista del Estado, Doctor en Economía

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Este artículo pertenece al nº24 de la revista electrónica: “Proyección exterior de la economía española”. Haz clic aquí para leer la revista electrónica completa.  

Las Cadenas Globales de Suministro (CGS) se han convertido en particularmente vulnerables ante cualquier evento o circunstancia que afecta a la logística internacional. ¿Están las empresas españolas preparadas para incorporar en sus planes de negocio o en sus estrategias de internacionalización esta nueva realidad de la economía internacional? 

Nuevamente, la logística y, consiguientemente, también las Cadenas Globales de Suministro (CGS), se encuentran ante una tormenta perfecta. En esta ocasión, la conjunción del cierre del acceso de buques cargueros al Canal de Suez, a través del Mar Rojo, y la reducción en un 33% del tráfico en el Canal de Panamá, por efecto de la sequía, hacen que los precios y los tiempos del transporte marítimo se disparen.

Estos dos factores, unidos a una estructura de los procesos industriales modernos, concebida a partir del “just in time” y, consecuentemente, la práctica ausencia de stocks reguladores de componentes, hace que las CGS modernas resulten particularmente vulnerables a incidencias de este tipo.

Pero el caso es que no hace falta ejercer mucho la memoria para recordar que circunstancias de este tipo, bien recientes, han supuesto graves contratiempos para la economía mundial. Así, la pandemia, la guerra de Ucrania, etc., son fenómenos que han afectado a las CGS.

Ante esta realidad, crecientemente recurrente, cabe preguntarse cuál es la relación causal: ¿son los riesgos cada vez más frecuentes o, por el contrario, son las CGS crecientemente sensibles a los mismos?

La opinión, tanto académica como fundamentada en la operativa real de los mercados, parece apuntar en esta segunda dirección. Las CGS, crecientemente sofisticadas en términos de número de intervinientes, en virtud del proceso de desagregación y externalización de los procesos productivos, y de dispersión geográfica de dichos intervinientes, en ambos casos, espoleadas por la búsqueda de especialización y economías de escala, se han convertido en particularmente vulnerables ante cualquier evento o circunstancia que afecta a la logística internacional.

Pero la logística no es el único factor de riesgo que afecta a estas sofisticadas CGS. Así, la economía mundial bulle ante nuevos conceptos como “decoupling”, “de-risking” o “seguridad económica”, que imponen una tensión adicional sobre estas CGS. Nuevamente, es difícil identificar, de manera unívoca, la relación causal: ¿son estas iniciativas, de carácter marcadamente geopolítico, las que generan la tensión de las CGS o, por el contrario, son estas tensiones en las CGS las que fundamentan y dan sentido económico real a dichos movimientos geopolíticos?

Lo cierto y verdad es que esta nueva realidad geopolítica toma cuerpo en el reciente protagonismo que está cobrando la inseparable dualidad política comercial-política industrial dentro de los actuales “policy mixes” de los principales agentes económicos mundiales: los EE. UU., China y la UE.

El cambio más significativo en el paradigma económico mundial ha sido la Inflation Reduction Act (IRA) norteamericana de 2022. Este cambio plantea una tercera duda causal: ¿los cambios en las CGS son el resultado de este cambio en el paradigma económico mundial o, por el contrario, es el cambio en dicho paradigma el que está provocando los cambios en la estructura y composición de las CGS?

Así, si las actuales CGS son, junto con los flujos de Inversión Directa Extranjera, la materialización más palpable del fenómeno económico más significativo desde la caída del muro de Berlín como es la globalización, la reestructuración de las mismas será la evidencia material de su desconstrucción, de la desglobalización.

Ciertamente, este no es un cambio que se verificará de un día para otro. Los datos que se desprenden de la encuesta que, anualmente, hace la Cámara de Comercio norteamericana en China acerca del clima de negocios en este país (1), evidencian la contradicción que existe entre las preocupaciones geopolíticas y las naturales presiones de la cuenta de resultados, pero la persistencia de riesgos como los señalados es, para las empresas, creciente.

La pregunta ahora es si las empresas españolas están preparadas para incorporar en sus planes de negocio o en sus estrategias de internacionalización esta nueva realidad de la economía internacional, que les afectará en su doble faceta de suministradores, aguas abajo, o de compradores de componentes, aguas arriba.

La geoeconomía carece de sentido en un mundo de economías cerradas, pero, por el contrario, se convierte, para las empresas, en un conocimiento precioso y preciso, en el marco de un mundo como el actual, que reúne dos condiciones excepcionales: está globalizado y está mutando.

  1. China Business Climate Survey Report – AmCham China

Artículo exclusivo para Club de Exportadores e Inversores Españoles.

¿Deben las empresas garantizar que sus proveedores actúen de forma sostenible?

Por Antonio Bonet Madurga, presidente del Club de Exportadores e Inversores Españoles

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La Unión Europea estudia una propuesta de directiva, cuyo objetivo es establecer que empresas europeas sean responsables de que no se violen los derechos humanos y medioambientales en sus cadenas de suministro. La actual propuesta de directiva no tiene en cuenta las condiciones de las empresas, puede dañar la competitividad de su actividad internacional, y ha generado las críticas de numerosas organizaciones empresariales.

El respeto de los derechos humanos y la sostenibilidad medioambiental son dos principios a los que todos los ciudadanos, empresas y organizaciones públicas y privadas no podemos ni queremos renunciar. Ese es el objetivo final que persigue una propuesta de directiva de la Unión Europea, por la que se quiere establecer que empresas europeas grandes y algunas medianas sean responsables de que no se violen derechos humanos y medioambientales en sus cadenas de suministro tanto nacionales como extranjeras. Para ello, la propuesta de directiva obliga a las empresas europeas a llevar a cabo un due diligence; es decir, un análisis de las actividades de sus proveedores y de los proveedores de éstos y los de toda la cadena de suministro para comprobar que efectivamente estas empresas cumplen con ambos objetivos.

Si bien el objetivo final es loable, no lo es el mecanismo que se propone para alcanzarlos. Como dice el refrán: “El fin no justifica los medios”. La propuesta de directiva obliga a las empresas a realizar todos los análisis y averiguaciones pertinentes de sus cadenas de suministro. No solo tienen que sufragar este coste, sino que además obliga a las empresas europeas a prescindir de proveedores o de los proveedores de éstos que no cumplan o bien a ayudarles técnica o/y financieramente a cumplir.

Las cadenas de suministro pueden ser tremendamente complejas y extensas. Cualquier empresa mediana o grande puede tener docenas o cientos de proveedores, que a su vez tendrán otros cientos de proveedores, igual que los proveedores de estos últimos. Y además, es frecuente que las empresas cambien algunos de sus proveedores atendiendo a criterios de precio y calidad, lo que requería que la empresa iniciase de nuevo parte del due diligence.

Es decir, con la propuesta de directiva, las empresas pueden encontrarse con la obligación de tener que realizar un due diligence a cientos o miles de empresas que participan de una u otra forma en sus cadenas de suministro. Desde un punto de vista práctico el llevar a cabo esta obligación puede presentar notables dificultades técnicas por su complejidad. Además, muchos de esos proveedores están situados en el extranjero y desconocen el destino final de los productos que venden a su cliente. El coste de llevar a cabo esto puede llegar a ser de decenas o cientos de millones de euros, cantidades que pueden resultar inasumibles para muchas empresas medianas e incluso grandes.

Los reguladores de la UE no parece que hayan tenido en cuenta que la capacidad que tienen las empresas medianas, y algunas grandes, para influenciar la forma de operar de sus proveedores puede ser muy pequeña. Esto ocurre, por ejemplo, si las ventas del proveedor extranjero a su cliente europeo suponen una parte pequeña de la facturación total del proveedor.

Esta propuesta de directiva incluye también responsabilidad civil para las empresas europeas que no realicen de forma adecuada ese due diligence o si alguno de sus proveedores, a nivel mundial, incumple con ese deber de respeto de los derechos humanos y medioambientales. Esto se traduciría en multas a las empresas europeas. A las organizaciones de la sociedad civil, por ejemplo ONGs o sindicatos, por el contrario, se les facilitan mecanismos para que puedan denunciar a empresas que estén incumpliendo la normativa; es decir, que no realicen adecuadamente el due diligence o que alguno de sus proveedores viole derechos humanos o medioambientales. Sorprendentemente la propuesta de directiva determina que la prueba de su inocencia corra a cargo de la empresa.

En definitiva, esta propuesta de normativa supondría un sustancial aumento de costes para las empresas europeas, un aumento de la burocracia y un incremento de la incertidumbre regulatoria. Todo esto provocaría no solo una pérdida de competitividad de nuestras empresas y un aumento de precios, que perjudicaría al consumidor europeo, sino también que muchas empresas reduzcan o restrinjan su actividad internacional. Nuestras empresas estarían en desventaja competitiva en los mercados internacionales frente a las de otros países que no se ven obligadas a cumplir con una normativa tan compleja y onerosa de llevar a cabo.

Afortunadamente esta iniciativa legal se ha parado, de momento.

La propuesta de directiva fue lanzada por la Comisión Europea a principios del 2022, para someterla a aprobación por el Consejo Europeo (es decir, por los 27 países miembros de la UE) y el Parlamento Europeo. Durante la presidencia española de la UE se renegociaron varios aspectos del texto original de la normativa con objeto de someterlo a votación en el Consejo de finales del 2023. No se conoce cuáles son esas modificaciones del texto original, pues no son públicas. Pero si se sabe que en el último momento no se sometió a votación, al parecer porque varios países se opusieron. A principios del 2024, la Presidencia belga del Consejo Europeo también la quitó del orden del día. Pero más recientemente, el 28 de Febrero, la presidencia belga decidió incluir la propuesta de directiva en el orden del día del Coreper (que es el último paso antes de que se someta al Consejo). En esta votación, se ha rechazado la propuesta de directiva por la oposición de Suecia y la abstención de 11 países miembros (Alemania, Italia, Republica Checa, Eslovaquia, Finlandia, Estonia, Malta, Bulgaria, Hungría, Luxemburgo y Lithuania).

Resulta sorprendente el escaso debate público que esta propuesta de normativa ha generado en España, a pesar de que puede afectar muy seriamente a muchas empresas españolas grandes y medianas con una importante actividad internacional. Por el contrario, sí ha generado mucha polémica en países como Alemania, en donde numerosas asociaciones empresariales han mostrado su rechazo. Muchas organizaciones patronales tanto de ámbito europeo (como por ejemplo CITHA, de la que es miembro el Club de Exportadores e Inversores Españoles), como nacionales de países miembros se han posicionado públicamente oponiéndose a la propuesta de normativa.

¿Qué va a pasar en el futuro próximo? No se sabe. Caso de que se quiera sacar adelante esta propuesta de normativa, será necesario revisar el texto de la misma e introducir cambios. Francia, por ejemplo, ha propuesto que solo sea aplicable a empresas que tengan más de 5.000 empleados. En cualquier caso es previsible que no se produzca antes de las elecciones al Parlamento Europeo que tendrán lugar el próximo mes de junio.

Si el proyecto de normativa sigue adelante, sería deseable que la forma en que se intente alcanzar los loables objetivos que se persiguen no sea a costa de las empresas imponiéndoles obligaciones complejas de cumplir, muy onerosas y que nos harían perder competitividad internacional.

Artículo exclusivo para Club de Exportadores e Inversores Españoles.

El sector exterior en 2023 y perspectivas 2024: desaceleración e incertidumbres

Por Enrique Fanjul, socio de Iberglobal y miembro del Comité de Reflexión sobre Internacionalización del Club de Exportadores

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El sector exterior, que ha sido un motor clave del crecimiento de la economía española en los últimos años, ha iniciado en 2023 una senda de desaceleración, tanto en lo que se refiere a exportaciones como importaciones. El año 2024 se presenta con notables incertidumbres.

Empezando por el dato más significativo, las exportaciones han entrado a partir del segundo trimestre del año en una fase de contracción, como puede verse en el cuadro adjunto. Tras un primer trimestre positivo, con un crecimiento respecto a 2022 del 14,6%, a partir del segundo trimestre las tasas de variación interanual pasan bruscamente a ser negativas.

El año 2023 termina en su conjunto con una caída de las exportaciones del -1,4%, una cifra que contrasta fuertemente con el aumento del 22,9% en 2022 y del 19,4% en 2021 (en 2020, en plena pandemia, las exportaciones habían registrado, por primera vez en muchos años, una caída).

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Además, esa cifra del -1,4% se consigue gracias al fuerte crecimiento del primer trimestre. Es llamativo el repentino cambio de tendencia a partir del segundo trimestre (se pasa de una tasa interanual positiva, del +17,7%, en marzo, a una negativa, del -6,3% en abril; en todos los meses posteriores a abril se registran tasas de variación negativas).

Hay que complementar esta cifra teniendo en cuenta que el descenso de las exportaciones en volumen fue superior, de un -5,1%. El aumento de los precios compensó por tanto buena parte de la caída en volumen.

Este preocupante –en especial si se mantiene en el presente año– cambio de tendencia en la evolución de las exportaciones, debe ser matizado. En comparación con otros países europeos, la caída de las exportaciones españolas ha sido menor. El -1,4% de caída es de menor intensidad que la caída de las exportaciones en la zona euro (-3,3%) y en la Unión Europea-27 (-2,5%). Estamos pues en un contexto general (al menos en nuestra zona de referencia, que es la europea) de desaceleración.

Por otro lado, la desaceleración ha afectado también a las importaciones. Las importaciones han caído más que las exportaciones, un -7,2%, y el déficit comercial se ha reducido en 2023 en más de un 40% interanual, pasando de un 5,1% del PIB en 2022 al 2,8% en 2023. La tasa de cobertura ha aumentado 5,3 puntos, hasta el 90,4%.

Por zonas geográficas, cabe destacar que la participación en éstas de los destinos de Europa aumenta, hasta el 74,3%, lo cual se debe en buena parte a un destacado aumento del 6,1% de las exportaciones al Reino Unido (a pesar del Brexit).

En el resto de zonas del mundo, las cifras son negativas, con la excepción de América Latina, en la que crecen las exportaciones un +8,1%. Pero se producen caídas en Asia (-6,6%), Oriente Medio (-12,4%) y África (-5,9%). No son buenas noticias para el deseado objetivo de una mayor diversificación geográfica de las exportaciones y una mayor presencia en las mismas de los mercados emergentes.

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Las estadísticas y sus matices

Las estadísticas de comercio exterior se presentan con cierta frecuencia en los medios de comunicación con simplificaciones que pueden ocultar características o tendencias relevantes. Ya me he referido más arriba, por ejemplo, a que a la hora de evaluar la evolución de las exportaciones conviene tener en cuenta hasta qué punto se ha debido al volumen, por un lado, y a sus precios, por otro.

A raíz de la publicación de las estadísticas de 2023 se ha publicado por ejemplo en diversos medios que había aumentado la base exportadora, es decir, el número de empresas exportadoras. Esta afirmación precisa de matizaciones.

En sentido estricto, la base exportadora, es decir, el número de empresas exportadoras, ha vuelto a sufrir en 2023 un fuerte retroceso: ha pasado de 189.573 empresas en 2022 a 137.547 en 2023. En 2021 la cifra había sido de 235.206. Cerca de 100.000 exportadores menos en dos años.

Ahora bien, un matiz clave. Ese descenso se ha debido sobre todo a pequeños exportadores, sobre todo los que exportan menos de 1.000 euros. Los que exportan más de 50.000 euros (es decir, que tienen un volumen de exportación mínimamente relevante) han aumentado: de 42.893 en 2022 a 43.183 en 2023. Estos exportadores representan el 99,8% del total de la exportación española.

Lo mismo puede decirse respecto a la cifra de exportadores regulares. Se ha publicado que había aumentado en 2023. Pues bien, la cifra total de exportadores regulares ha bajado, de 57.332 en 2022 a 53.664 en 2023 (y en 2022 también habían bajado respecto a 2021). Pero la cifra de exportadores regulares con una cifra de exportación superior a 1.000 euros (que es la que se ha difundido como la cifra de exportadores regulares, sin especificar el umbral de los 1.000 euros) ha aumentado ligeramente, de 43.179 en 2022 a 43.918 en 2023.

Lo anterior está directamente relacionado con una característica básica del tejido exportador español: su dualidad. Por dualidad me refiero a la coexistencia de una amplia masa de empresas que exportan muy poco y de forma irregular, junto a un grupo, mucho más reducido, de empresas que exportan de forma regular y que concentran el grueso de la exportación. Esta dualidad la analicé más a fondo en un artículo publicado en esta revista electrónica.

Inciertas previsiones para 2024

¿Qué puede pasar en 2024? Es muy difícil hacer previsiones. En cuanto a la coyuntura económica internacional, que junto con la competitividad es el determinante clave de la demanda de exportaciones, la zona relevante para España es Europa, que absorbe prácticamente las tres cuartas partes de sus exportaciones.

Existen signos positivos y negativos. Por un lado, la desaceleración económica ha sido en 2023 menor de lo esperada en los últimos tiempos. La inflación también se ha reducido más rápidamente de lo que se había anticipado. Esto puede favorecer una política monetaria menos restrictiva, e incluso abrir paso a reducciones en los tipos de interés que actuarían favorablemente sobre el crecimiento. Es algo sobre lo que se viene especulando en los últimos meses.

Pero, por otro lado, una mayoría de los analistas coinciden en prever que la recuperación económica será modesta, e incierta, en especial en la Unión Europea, que concentra el grueso de la exportación española. La economía alemana está bordeando la recesión, y el ministro alemán de economía acaba de rebajar fuertemente las previsiones de crecimiento para 2024 (hasta un escueto 0,2%).

Los estímulos económicos puestos en marcha con la pandemia han empezado a ser suprimidos o reducidos. Subvenciones y otras ayudas van a ser recortadas, lo que puede tener un efecto negativo sobre la inflación. En la Unión Europea persiste el debate sobre si se debe volver a una política de mayor rigor presupuestario o mantener una política más relajada con el fin de evitar una desaceleración económica fuerte.

Y todo ello está relacionado con el otro gran condicionante: el marco geopolítico, que se ha complicado notablemente en los últimos tiempos. Aquí las incertidumbres son también muy altas. ¿Cuánto durará la guerra de Ucrania? ¿Cuánto durará la guerra de Gaza y, sobre todo, puede extenderse el conflicto en Oriente Medio? ¿Qué impacto pueden tener estas guerras sobre las cadenas de suministro (las dificultades para el tráfico marítimo en el Mar Rojo ya son una señal de alarma)?

Artículo exclusivo para Club de Exportadores e Inversores Españoles.

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