Hacia un sistema de inteligencia para la internacionalización

Por Enrique Fanjul, socio de Iberglobal y Carlos Pobre, doctor en Ciencias Económicas.

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Las relaciones económicas internacionales se han vuelto considerablemente más turbulentas en los últimos años. La pandemia, primero, y la guerra en Ucrania, en la actualidad, han provocado trastornos en las cadenas de suministro, problemas de abastecimiento, alzas de precios, etc., que han supuesto un elemento adicional de presión sobre la competitividad internacional de las empresas, hasta el punto de que muchas de ellas se están planteando relocalizar sus inversiones.  Estos acontecimientos recientes han acelerado muchas de las tendencias que se venían observando en los últimos años y han generado una enorme incertidumbre que se ha traducido en un nuevo patrón de riesgos internacionales, que tanto las empresas como los propios países han de gestionar.

En un contexto global de exceso de información, la inteligencia para la internacionalización aparece como solución óptima para abordar con éxito la entrada en los mercados internacionales y apunta en la buena dirección para la conformación de un auténtico sistema de inteligencia económica en el ámbito internacional, algo largamente aplazado en España con serias consecuencias en términos de competitividad y bienestar respecto a otros países.

Definir el concepto de inteligencia

El concepto de inteligencia presenta ambigüedades. Aunque, en esencia, supone la búsqueda y gestión óptima de la información y su tratamiento para que se convierta en algo útil a la hora de tomar decisiones y permita la acción tanto a las empresas como a los gobiernos, en la práctica el término se vuelve confuso tanto por la utilización de adjetivos diversos y excluyentes -por ejemplo, inteligencia económica frente a competitiva- como por su conversión en un auténtico cajón de sastre, en el que se incluyen aspectos que no tienen estrictamente que ver con la inteligencia, desde la seguridad física hasta la ciberseguridad.

En nuestra opinión, en el ámbito de los mercados internacionales, tanto desde la perspectiva de las propias empresas, grandes y pymes, como desde la correspondiente a los gobiernos encargados del diseño de las políticas económicas y de las instituciones y organismos encargados de velar por la competitividad internacional de nuestro país, el término adecuado es el de inteligencia para la internacionalización.

Así, la inteligencia para la internacionalización supondría una suerte de fusión en el ámbito internacional entre la inteligencia competitiva, propia de las empresas, y la inteligencia económica, tradicionalmente reservada en nuestro país a la actividad del gobierno y sus organismos.

De este modo, se podrían sentar las bases para el diseño de un auténtico sistema de inteligencia económica para la internacionalización en el que se puedan coordinar las distintas piezas de gran valor ya existentes, para lograr la optimización de la colaboración entre las empresas y los gestores públicos. Desde un punto de vista operativo, además de la búsqueda de mercados y de clientes solventes, con la consiguiente información sobre legislaciones y normas técnicas, de la identificación de competidores, del análisis de distribuidores y de nuevos proveedores y de la gestión de los riesgos geopolíticos, recientemente incorporados en los sistemas de vigilancia de muchas empresas, la inteligencia para la internacionalización adquiere una especial relevancia para la realización de due diligence. Entre otras tareas, la diligencia debida supone comprobar que los supuestos en los que una empresa se plantea una operación (el caso más frecuente sería una operación de inversión) son veraces, se corresponden con la realidad; que los riesgos son los identificados en principio y que no existen otros que pueden representar una desagradable sorpresa; y que se han valorado adecuadamente los posibles riesgos derivados de cambios políticos en el país en el que se va a invertir.

Una estrategia de empresa

La implementación de sistemas de inteligencia para la internacionalización requiere, en primer lugar, contar con la convicción del máximo responsable de la empresa o de la institución, para que toda la organización la entienda y la practique y no se reduzca a unos cuantos empleados o un determinado departamento. Además, es preciso contar con recursos humanos adecuados, capaces de obtener el máximo rendimiento a la abundante oferta de softwares de inteligencia que existe hoy en día, particularmente bajo la denominación de inteligencia competitiva. Estos softwares se presentan como herramientas para que las empresas obtengan la información sobre mercados, competidores, regulaciones, etc., mediante programas informáticos que rastrean y obtienen la información vía Internet.

Este tipo de herramientas tiene sin duda su utilidad. Pero hay que ser conscientes de que aportan inteligencia de una manera parcial. Por un lado, obtienen información de fuentes públicas, información que está en Internet. No pueden acceder por regla general a informaciones de carácter más reservado. Difícilmente un programa de este tipo podrá dar información a una empresa, por poner un ejemplo, sobre los niveles salariales de los empleados de una empresa que planea adquirir.

Por otro, es información “cuantitativa”: estadísticas, normas legales. Pero hay elementos “cualitativos” que pueden ser claves en una operación, y que ningún programa automatizado podrá valorar. Por ejemplo, un programa de software no podrá valorar si el potencial socio local de una empresa que estudia invertir en un país tiene las conexiones (con la Administración, con otras empresas) que afirma tener. No podrá valorar si, ante la proximidad de unas elecciones, un cambio en el gobierno puede suponer un cambio en la orientación de la política económica que incida en la actividad de la empresa.

Los programas de software, los ordenadores, los algoritmos, no pueden sustituir al factor humano para este tipo de análisis, que es complejo y que requiere que el analista considere informaciones diversas, indicios, y que hable con personas. Porque hoy por hoy el analista de inteligencia es el activo más importante, que requiere una formación adecuada a través de programas específicos que aborden las técnicas, metodologías y el propio entorno internacional. Por ello, uno de los aspectos más importantes a la hora de diseñar un sistema de inteligencia para la internacionalización es la existencia de un programa de formación continua que permita generar buenos analistas, permanentemente actualizados, para que puedan adaptarse a los cambios en las empresas y en el entorno.

Aunque la inteligencia para la internacionalización siempre ha sido necesaria, el actual panorama de disrupciones, elevada competencia y crecientes riesgos geopolíticos pone aún más de relieve su importancia y obliga a las empresas y a las Administraciones públicas a potenciar sus sistemas de inteligencia, pero de una manera más coordinada y sistemática.

Una coordinación que permita en primer lugar ordenar, sistematizar toda la información, clasificarla según los tipos de destinatarios que pueden acceder a ella. Entre estos destinatarios las empresas españolas ocupan lógicamente un lugar prioritario. Los servicios a los que pueden acceder las empresas, y los procedimientos que éstas deben seguir, tienen que estar bien definidos y organizados.

Potenciar el español, potenciar el Instituto Cervantes

Por Balbino Prieto, presidente de honor del Club de Exportadores e Inversores

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Parafraseando el título de un libro coordinado por el académico José María Merino y el periodista Álex Grijelmo, más de 590 millones de personas podemos leer este artículo sin necesidad de traducción. En efecto, el español cuenta con 493 millones de hablantes nativos, a los que hay que sumar 75 millones de usuarios con un nivel de conocimiento limitado y 24 millones de estudiantes. Hoy por hoy casi 600 millones de personas en todo el mundo pueden expresarse en español y, según las previsiones del Instituto Cervantes, en 2068 llegarán a ser 726 millones.

Debemos sentirnos orgullosos de que el español sea la segunda lengua de comunicación internacional, después del inglés. Es idioma oficial en 21 países (ordenados a continuación por número de habitantes): México, Colombia, España, Argentina, Perú, Venezuela, Chile, Guatemala, Ecuador, Bolivia, Cuba, República Dominicana, Honduras, Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Uruguay, Panamá, Puerto Rico y Guinea Ecuatorial. Pero no se puede obviar a los casi 42 millones de hispanohablantes que viven en Estados Unidos. Su importancia es tal que, si formaran una nación independiente, representarían la octava economía del mundo (sólo por detrás de Estados Unidos, China, Japón, Alemania, la India, el Reino Unido y Francia).

El español como instrumento diplomático

Un idioma no es sino un vehículo de comunicación y, por tanto, tiene tanto más valor cuanto mayor sea el número de personas que lo compartan. Desde el punto de vista diplomático, la lengua se percibe como un instrumento que permite proyectar de forma positiva la imagen de un territorio —cultura, valores políticos, bienes y servicios…— y que contribuye a fortalecer su posición en el mundo. Por ese motivo, la mayoría de los países desarrollados tratan de fomentar la promoción internacional de su patrimonio lingüístico. Francia e Italia son pioneras en este terreno, porque ya a finales del siglo XIX fundaron la Alliance Française y la Società Dante Alighieri. El British Council se creó en 1934, y el Goethe Institut, en 1951. España sería el último de los grandes países europeos en dotarse de un instituto cultural, pues el Cervantes no nacería hasta el año 1991.

Este retraso es elocuente del escaso interés que despierta en España la difusión internacional de nuestra lengua. Si echamos la vista atrás, la cuestión lingüística está dominada desde hace décadas por el empeño de las fuerzas nacionalistas en imponer la hegemonía de los idiomas autóctonos en sus respectivos territorios. Podríamos citar aquí decenas de ejemplos, pero el más reciente es la negativa del Gobierno de Cataluña a impartir el 25% del horario escolar —tan sólo el 25%— en castellano, tal como exige el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Llegados a este punto, si nuestros dirigentes políticos son incapaces de proteger el uso de la lengua oficial del Estado dentro del territorio nacional, ¿cómo van a preocuparse de su expansión en el exterior?

Pero sí que existen motivos para la preocupación, porque España está perdiendo terreno en el mercado internacional de la lengua frente a otros competidores como México, Argentina o Colombia. Merece la pena detenerse en el caso de México. La Universidad Nacional Autónoma de este país cuenta desde hace cien años con un Centro de Enseñanza para Extranjeros que tiene como misión “universalizar el conocimiento sobre la lengua española y la cultura mexicana”. Pues bien, en 2020 este centro impartió cursos a más de 500.000 alumnos de setenta nacionalidades. México, además, lidera la concesión de certificados de conocimiento de español en Estados Unidos.

La demanda de español como lengua extranjera no para de crecer en todo el mundo: Estados Unidos, Brasil, la Unión Europea, el África subsahariana… Sin embargo, España no está aprovechando esta coyuntura tan favorable en beneficio de su posicionamiento exterior. Basta con mirar la red internacional del Instituto Cervantes. ¿Cómo es posible que sólo opere en 45 países? La Società Dante Alighieri tiene presencia física en 61, el Goethe Institut en 98, y el British Council y la Alliance Française en más de cien. La estructura internacional del Instituto Cervantes se antoja muy limitada para la proyección que tiene el español como lengua extranjera.


Fuente: El Orden Mundial (2020)

El Instituto Cervantes destina, además, escasos recursos a las dos regiones del mundo con mejores perspectivas económicas y demográficas a largo plazo, que son Asia-Pacífico y el África subsahariana. Por ejemplo, en China apenas hay dos centros Cervantes, uno en Pekín y otro en Shanghái, la mitad que en Italia (Roma, Milán, Nápoles y Palermo). En la India hay un solo centro (en Nueva Delhi), aunque existe el proyecto de abrir una extensión en Bangalore. En Pakistán y en Nigeria, con más de 200 millones de habitantes cada uno, no hay ninguna sede. Urge revisar la distribución geográfica de los recursos del Cervantes, que ahora mismo se concentran sobre todo en Europa, el norte de África y Brasil.

Otro aspecto en el que el Instituto debería profundizar es la cooperación con las empresas españolas implantadas en el exterior. Hace treinta años, nadie podía imaginar que España llegaría a tener varios miles de empresas multinacionales. Pero esas compañías representan hoy un vector nada desdeñable para la difusión de nuestra lengua y nuestra cultura, de manera que podrían surgir grandes sinergias de la colaboración público-privada.

España no es una potencia económica de primer nivel, ni posee una capacidad militar fuera de lo común ni alberga grandes reservas naturales; sin embargo, tiene el tesoro de la lengua española y debe explotarlo como un instrumento de diplomacia pública. Con ese objetivo se fundó el Instituto Cervantes, un organismo que merece una mayor dotación presupuestaria y una mayor agilidad burocrática para cumplir satisfactoriamente su misión.

El español es una lengua extraordinariamente pujante, pero no es patrimonio exclusivo de nuestra nación. De modo que, frente a la competencia legítima que ejercen otros países hispanohablantes, debemos redoblar los esfuerzos para que la enseñanza del español en el mundo redunde en beneficio de nuestra cultura, de nuestras empresas y de nuestra producción científica.

Negocios en el Consejo de Cooperación del Golfo: oportunidades, pero también deberes

Por Enrique Fanjul, socio de Iberglobal

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Los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) ofrecen importantes oportunidades económicas y de negocio, pero también plantean a las empresas españolas, así como a la Administración, unos requerimientos para poder aprovechar con éxito esas oportunidades.

Esta sería la conclusión principal de un seminario que se celebró en Madrid el pasado 10 de mayo en la sede de Casa Árabe de Madrid, organizado por esta institución, el Club de Exportadores e Inversores Españoles y la consultora Iberglobal.

En el seminario se presentaron una monografía y las conclusiones de un proyecto que ha desarrollado en los últimos meses el Club de Exportadores, con apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, con el objetivo de promover las relaciones económicas y empresariales de España con esta zona del mundo.

Este proyecto ha comprendido la realización de una serie de actividades: paneles de debate con empresas que operan en la zona, elaboración de varios documentos, realización de seminarios, y preparación de un curso online para formar a las empresas españolas que quieran operar en estos mercados.

Sobre la situación económica de los países del CCG, cabe señalar lo que indica un reciente informe de la consultora Coface, en el que se analizan las consecuencias económicas que va a tener la guerra en Ucrania en las diferentes partes del mundo. Según este informe, los países del CCG serían prácticamente los únicos en los que la guerra tendría un impacto económico positivo. Así, Coface prevé para 2022 qué los países del CCG experimenten un crecimiento positivo de 1,1 puntos de su PIB como consecuencia del conflicto. Se debería, como es lógico, al aumento de los precios de la energía, en unos países cuyo principal recurso económico es el energético.

Bases económicas sólidas

En todo caso, y en una perspectiva a medio y largo plazo, los países del CCG ofrecen unas bases económicas sólidas por tres motivos, fundamentalmente. En primer lugar, por su tamaño económico: se trata de países con altos  niveles de renta y de capacidad adquisitiva.

En segundo lugar, se trata de países que han demostrado, en estos tiempos turbulentos, su capacidad para mantener un alto grado de estabilidad sociopolítica.
Finalmente, buena parte de ellos se han embarcado en ambiciosos programas de reforma económica, con el objetivo de diversificar sus estructuras económicas y reducir su dependencia en relación con la energía; estos programas abren importantes oportunidades de negocio en sectores en los que las empresas españolas son competitivas y están bien preparadas.

Se puede mencionar, como ejemplo, la ambiciosa Saudi Green Initiative, que tiene como objetivo llegar a emisiones cero en 2060, y que supondrá un gran volumen de inversiones en sectores relacionados con el medio ambiente y el cambio climático.

Pero, además, en los trabajos desarrollados por el Club de Exportadores se han identificado otros sectores que van a canalizar fuertes inversiones en la zona y que, como he apuntado anteriormente, ofrecen buenas posibilidades a las empresas españolas: turismo, la salud, la defensa, la logística, la construcción, la ingeniería, etc.

Durante los últimos años se ha reforzado la imagen de España. De ser un país asociado con vacaciones, fiesta, Marbella… España es hoy reconocida como un país capaz de desarrollar proyectos y actividades de alta tecnología.

Requerimientos para operar con éxito

Ahora bien, este optimismo debe ser matizado, teniendo en cuenta que existen carencias que es preciso afrontar. Un aspecto que ha sido destacado de manera generalizada es la necesidad de una mayor relación institucional. Especial y positiva relevancia ha tenido en el pasado la Corona española, que ha desempeñado un papel discreto pero efectivo en apoyo de los intereses españoles.

Se trata de países en los que el Estado está muy presente en la actividad económica. Por ello los contactos institucionales y las visitas de autoridades – en uno y otro sentido –, tienen una utilidad clave. Muchos de los participantes en las actividades de este proyecto han echado en falta una actitud más activa por parte de España en este aspecto, en particular en los últimos años.

Otros países instrumentan políticas en las que el sector privado y el sector público se coordinan, van de la mano, están sincronizados. España tiene que aplicar estrategias similares.

La financiación es otra limitación. En opinión de bastantes empresas, la posición de España en cuanto a disponibilidad de financiación para operaciones internacionales no está a la altura de nuestros competidores europeos. Las empresas españolas operan así en condiciones de desventaja. Se trata de un tema que debe ser objeto de estudio y revisión en su caso.

Por último, las empresas también tienen deberes que afrontar. Los mercados del CCG deben ser abordados con una estrategia de permanencia, con paciencia, en la que es necesario construir con los interlocutores locales vínculos de confianza. Hay empresas que viajan a la zona y que no vuelven durante mucho tiempo. Esa no es la forma de desarrollar una estrategia de éxito.

Los directivos de las empresas españolas deben tener la formación adecuada, hablar bien inglés, estar mentalizados para trabajar en un marco cultural distinto. Hay casos en los que las empresas españolas envían a trabajar en la zona a directivos deficientemente preparados.

En suma, y como se puso de relieve en la jornada en Casa Árabe, así como en los trabajos que ha llevado a cabo el Club de Exportadores, la zona del Consejo de Cooperación del Golfo ofrece claras ventajas y oportunidades, pero exige también un trabajo adecuado tanto por parte de las empresas como de la Administración.

Charlando con Raimundo Robredo, embajador de España en Sudáfrica

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“El potencial de África es enorme y hay razones para ser optimista”.

“África necesita una mejora de su ‘infraestructura institucional’, es decir, el marco regulatorio, no siempre favorable a la inversión extranjera y al comercio”.

“La percepción de riesgo de África es, a mi juicio, mayor que el riesgo real”.

“Los africanos ponen mucho énfasis en las relaciones personales y quieren saber con quién hacen negocios, conocerle cara a cara y no me refiero a un viaje de dos días”.

“Empezar por Sudáfrica puede ser una forma fácil de entrar en África”.  

 

Raimundo Robredo es embajador español en la República de Sudáfrica. Entre 2017 y 2021 fue director general para África en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. En su carrera diplomática ha ocupado previamente varios puestos en el continente africano, en el que igualmente trabajó desde el sector privado. En esta entrevista nos habla de la situación económica de África subsahariana, oportunidades para las empresas españolas, recomendaciones, etcétera.

 

¿Cómo valora las perspectivas de África subsahariana? ¿Qué impacto ha tenido la pandemia, y cuál puede ser el impacto en estos países de las turbulencias en la economía internacional causadas por la guerra en Ucrania?

Antes de la pandemia África subsahariana era la segunda región del mundo de mayor crecimiento, después de Asia, aunque en las cifras de Asia no se computan las economías avanzadas (Japón y Corea del Sur), que tienen un crecimiento relativamente menor.

La pandemia ha hecho mucho daño a las economías africanas, aunque la región en su conjunto ya ha vuelto a la senda de crecimiento. La caída de la demanda mundial por la pandemia afectó mucho a los países exportadores de materias primas y de hidrocarburos, y por el lado del turismo varios países africanos dependientes de ese sector para obtener divisas también sufrieron con la pandemia.

Paradójicamente, la guerra en Ucrania ha provocado un aumento de los precios de las materias primas y de los hidrocarburos que está beneficiando a los países africanos exportadores de esos productos. Sudáfrica, el país en el que estoy destinado actualmente, acaba de publicar una reducción de su déficit esperado y cifras de actividad económica mejores de lo que se anticipaba.

En general, el crecimiento acelerado de la población africana supondrá un aumento sostenido de la demanda agregada en los próximos 30 años. Habrá altos y bajos, y el ritmo de crecimiento no será el mismo en unos u otros países. África no es una realidad homogénea. Pero lo que es indudable es que el potencial de África es enorme y hay razones para ser optimista.

Por otra parte, tanto Rusia como Ucrania son los principales exportadores mundiales de grano, que la mayor parte de economías africanas importan. El aumento en su precio golpeará particularmente a los menos favorecidos y existe un riesgo cierto de crisis alimentarias en varios países del continente en los próximos meses. África, sin embargo, es el continente con más tierra arable sin cultivar del mundo, y con abundancia de agua, por lo que esto podría suponer un revulsivo para modernizar la agricultura africana, algo que se necesita desesperadamente.

 

Raimundo Robredo presentando copias de sus cartas credenciales a la jefa de protocolo de la República de Sudáfrica.

Se está hablando de cambios importantes en las relaciones económicas internacionales, y en especial en las cadenas globales de valor: acercamiento de las cadenas de suministro, producción en proximidad, etc.  ¿Pueden estos cambios ser beneficios para África Subsahariana, por su relativa proximidad a la Unión Europea?

En teoría sí, pero la realidad es que la proximidad geográfica no se traduce en “proximidad logística”. El gran cuello de botella son las infraestructuras. Sin conexiones ferroviarias fiables, sin energía asequible y de suministro garantizado, sin carreteras de calidad y sin puertos capaces, producir en África puede acabar resultando económicamente menos atractivo que hacerlo en Asia, por ejemplo, a pesar de la cercanía. Por eso es tan importante la inversión en infraestructuras y el programa Global Gateway de la Unión Europea va dirigido precisamente a eso.

Junto a estas infraestructuras físicas, África necesita una mejora de su “infraestructura institucional”, es decir, el marco regulatorio, no siempre favorable a la inversión extranjera y al comercio. Con la entrada en vigor del Acuerdo Continental Africano de Libre Comercio se ha dado un enorme paso adelante en este campo. Los intercambios comerciales entre países africanos no llegan al 15% de su comercio total, mientras en la UE el comercio intraeuropeo supera el 60% del total. Hay mucho espacio para la mejora en África y, a medida que ésta se produzca, creo que habrá una mejora del marco regulatorio y una mayor apertura comercial que se traducirá también en mayor comercio con Europa.

África aspira a industrializarse, a incorporar mayor valor a sus productos, ascendiendo en la cadena de valor y alejándose de la situación actual de exportador de materias primas sin transformar. En la medida en que consiga adaptar su infraestructura y sus instituciones, es algo que está a su alcance. Esta transformación ya está en marcha, pero queda un largo camino antes de que la cercanía física de África con Europa se traduzca en una mayor integración de las cadenas de valor.

Cuestión distinta, claro, es la de la diversificación. La pandemia demostró que poner todos los huevos en una misma cesta conlleva riesgos. En ese sentido, aunque África no sea aún del todo competitiva en algunos sectores, puede interesar localizar parte de la producción en el continente, para evitar shocks asimétricos provenientes de Asia.

 

Desde su experiencia con África, ¿qué recomendaciones generales daría a las empresas españolas para abordar estos mercados?

Sobre todo, perder el miedo. La percepción de riesgo de África es, a mi juicio, mayor que el riesgo real. No quiero decir que no exista un riesgo elevado, por muchas razones, sino que puede verse más que compensado por los retornos y que, a menudo, el riesgo percibido es muy superior al real. La cuestión por tanto es cómo reducir esa distancia. Yo creo que el estudio detallado de los mercados africanos contribuye a entender mejor las oportunidades, que pueden ser muy reducidas en un país pero enormes en otro. África no es un país, y hay que aproximarse con disposición a hacer los deberes y analizar país por país.

Una vez hecho eso, tener un socio local siempre es una forma de reducir el riesgo y aumentar el conocimiento. De nuevo, hay que elegir bien y tener paciencia. Los mercados africanos no son propicios para los “pelotazos” aunque a veces sea esa la percepción más común. Bien al contrario, premian la perseverancia, el contacto humano, y el conocimiento profundo. En otras palabras, la paciencia.

A través del Club de Exportadores, de la Cámara de Comercio de España, de la CEOE y otras asociaciones se puede hacer una primera aproximación al mercado africano de interés para una empresa determinada, entrando en contacto con otras empresas españolas que ya estén en ese mercado.

Otra recomendación es adaptar el producto al mercado. Los africanos no consumen como los europeos o los asiáticos. El packaging, el precio, la calidad o el servicio post venta no son necesariamente los mismos que en Europa y hay que adaptarse a África, porque África no se va a adaptar a ti. Incluso en los grandes contratos de infraestructura, las licitaciones públicas tienen sus peculiaridades africanas que hay que conocer e incorporar.

Por último, existen herramientas de apoyo a la internacionalización de la empresa española en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y en el ICEX, y las Embajadas de España en África están a disposición de las empresas para apoyar su entrada en estos mercados.

 

En su opinión, ¿cuáles serían los mercados más interesantes en África subsahariana para las empresas españolas?

Depende de la rama de actividad de cada empresa. Evidentemente una empresa turística puede descubrir oportunidades en Cabo Verde, Mauricio, o Botsuana, países de gran atractivo turístico pero muy pequeños, pero no tendrá interés en Nigeria, mientras que una empresa de bienes de consumo puede tener gran interés en el enorme mercado nigeriano, de más de 200 millones de personas.

En general, las economías más pujantes y dinámicas, y de cierto tamaño y solidez institucional, como Sudáfrica, Kenia, Senegal, Ghana, o la propia Nigeria, son mercados de gran potencial que deberían atraer a las empresas españolas.

Raimundo Robredo en un webinario del Club de Exportadores e Inversores.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que ha percibido en la actuación de las empresas españolas? (Ej: no estudiar bien el mercado, no tener personal preparado, tener una visión cortoplacista, presencia limitada en los mercados, …).

Quizás el error más frecuente es pensar que se pueden hacer negocios en África desde España, por correo electrónico, enviando ofertas y esperando ganar contratos simplemente porque el precio es competitivo.

Los africanos ponen mucho énfasis en las relaciones personales y quieren saber con quién hacen negocios, conocerle cara a cara y no me refiero a un viaje de dos días. La presencia en el mercado, el conocimiento local, son muy valorados. África debe ser una apuesta a largo plazo. Entendido así, este continente puede encerrar un gran potencial para las empresas españolas.

 

¿Son importantes las barreras culturales entre España y África subsahariana? ¿Qué aspectos deberían tener más en cuenta las empresas españolas?

Sí lo son, pero creo que no son tan grandes como se piensa. Los españoles somos flexibles, mucho más que otros colegas europeos, y estamos dispuestos a adaptarnos al cliente. Esto es algo que en África es muy necesario y apreciado.

Una cosa a la que sí es necesario prestar gran atención es el respeto, de enorme importancia en la cultura africana (o las culturas africanas, más bien). Los europeos caemos fácilmente en la condescendencia hacia los africanos, a menudo sin darnos cuenta siquiera, y esto es algo a lo que los africanos son muy sensibles. Pensar que nosotros, al venir de un país desarrollado, podemos enseñarles a hacer las cosas en su propio país es de una arrogancia fatal.

Los africanos saben lo que quieren y cómo lo quieren y lo único que hay que hacer es saber escuchar con respeto y atención. Después, puede que nuestra solución sea perfectamente válida o puede que haya que adaptarla a las necesidades del cliente. Como decía antes, tenemos que adaptarnos nosotros a África, porque África no se va a adaptar a nosotros.

 

¿Cómo valora las oportunidades que ofrece el mercado de Sudáfrica para las empresas españolas? ¿Cuáles son en su opinión los sectores más interesantes?

Sin duda el de las energías renovables. Justo esta semana han salido a licitación 2.600 mw de renovables (1.600 mw de eólica y 1.000 mw de fotovoltaica) y antes de que acabe el año saldrán otros 2.600 mw. De aquí a 2030 Sudáfrica incorporará más de 20.000 mw adicionales de energías renovables. También hay oportunidades en la construcción y mejora de la red de transmisión, en la acumulación de electricidad y en otras infraestructuras, como agua, ferrocarril o puertos. En todos estos sectores los próximos años verán una inversión pública notable.

Pero en Sudáfrica hay empresas españolas en los sectores más diversos, desde la pesca al turismo pasando por los autobuses o los materiales de construcción. Sudáfrica es una economía emergente que en muchos aspectos se comporta como una economía desarrollada. Los sectores en los que nuestras empresas son competitivas a nivel mundial están también representados en Sudáfrica y pueden interesar a las empresas españolas.

Además, en Sudáfrica hay un marco institucional fiable, una moneda estable, transparencia en el sector público, un potente sector financiero y empresas auxiliares de servicios a otras empresas de buen nivel. Hay una Cámara de Comercio Española en Sudáfrica y la Embajada tiene una Oficina Comercial a disposición de nuestras empresas. Es decir, que empezar por Sudáfrica puede ser una forma fácil de entrar en África.

 

¿Qué dos o tres recomendaciones básicas daría a las empresas españolas que quieran abordar el mercado sudafricano?

Lo primero, que se pongan en contacto con la Oficina Comercial de la Embajada. Desde aquí les daremos la información que necesitan para empezar a conocer el mercado sudafricano.

Que hagan sus deberes y cuando tengan claro lo que esperan de Sudáfrica, que vengan y conozcan directamente el mercado.

Que sean pacientes, que busquen un socio sudafricano sólido y que adapten su producto a su cliente local. Con eso, trabajo, perseverancia, y un poco de suerte, descubrirán oportunidades que no imaginan.

 Entrevista exclusiva para Club De Exportadores e Inversores

 

 

La buena salud de las inversiones extranjeras en España

Por Enrique Fanjul, socio de Iberglobal

 

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La economía española está mostrando una alta capacidad para atraer inversiones extranjeras. El flujo de entrada de inversiones ha crecido durante el pasado año 2021. Por otra parte, mejora la valoración de España como destino de inversiones, según se refleja en la última edición del estudio de la consultora Kearney.

El pasado mes de marzo el Registro de Inversiones Extranjeras publicó los datos de las entradas de inversiones en 2021. Según el completo análisis de estos datos que realiza la consultora SIfdi, “España recibió 28.785 millones de euros de inversión productiva bruta en 2021, con un crecimiento del 17,7% respecto a 2020. Las desinversiones también mostraron un mejor comportamiento que el año precedente, descendiendo un 33,6%”. De esta forma, las inversiones productivas netas crecieron un 66,5%, hasta los 21.313 millones.

Como ha sucedido en años anteriores, las adquisiciones de empresas por parte de empresas extranjeras han representado la mayor parte de las inversiones, con un 53,2% del total de los flujos recibidos, por delante de las ampliaciones llevadas a cabo por empresas de capital extranjero ya presentes en el país (27,7%) y de las nuevas inversiones (19,1%).

En cuanto al origen, los principales países inversores fueron Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Australia, con más de 2.000 millones de euros de inversión cada uno de ellos.

Cabe destacar en 2021 la posición de Australia, debido a la operación del fondo IFM sobre Naturgy, la mayor inversión australiana en España, con 2.484 millones de euros, un 8,6% del total de 2021.

Si nos fijamos en las cifras de stock en vez de los flujos, Países Bajos y Luxemburgo ocupan las dos primeras posiciones como orígenes inmediatos de la inversión (con un 41% del stock total). Esta posición, como es bien conocido, se debe a su papel de “canalizadores” de inversiones de otros países, gracias en buena medida a sus facilidades fiscales.

Considerando el origen último de los inversiones, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania son los principales inversores.

 

Madrid, líder en la captación de inversiones, pero con matices

En muchos medios de comunicación se ha destacado el papel protagonista de Madrid en la captación de inversiones, con un 72,8% de los flujos recibidos.

Ahora bien, estas cifras deben ser matizadas. La fuerte concentración de las inversiones en Madrid se debe en buena parte al denominado “efecto sede”. Esto quiere decir que las inversiones se asignan a la comunidad autónoma en la que se encuentra la sede de la empresa en la que se invierte, aunque los efectos económicos de la inversión pueden producirse en otras localizaciones. Así, por ejemplo, en el caso de una empresa extranjera que establezca su sede en Madrid, pero cuyas fábricas estén en Málaga o en Zaragoza, provincias en las que se creará empleo, se desarrollará la producción, etcétera, se considerará que Madrid ha sido el destino de la inversión.

En todo caso, este matiz no empaña lo que sin duda es un papel central de Madrid en la captación de inversiones extranjeras.

Cataluña, por su parte, registró unos flujos de inversión de 2.969 millones de euros (con un descenso del -4,8% respecto al año anterior), acumulando así tres años de descensos consecutivos.

 

El papel clave de la inversión extranjera en la economía española

El análisis de SIfdi, que emplea diversas fuentes además del Registro de Inversiones Extranjeras, pone de relieve el papel clave que tienen las inversiones extranjeras para la economía española, y que se sintetiza en el gráfico que recogemos a continuación.

Fuente: SIfdi, “La Inversión Extranjera Directa en España, 2021”

Como podemos ver en el gráfico, las empresa extranjeras representan un 28% de la cifra de negocios generada en el país.

En 2019 (último año para el que se disponen estos datos) proporcionaron 1,7 millones de empleos directos (con un incremento del 7,1% respecto al año anterior), lo que representa el 8,5% de la población ocupada española.

 

Mejora de la valoración de España como destino de inversiones

Estos buenos datos sobre la evolución de la inversión extranjera se complementan con los buenos datos de valoración de España como destino de inversión. Uno de los estudios más relevantes a nivel internacional es el que elabora la consultora Kearney, que identifica y clasifica los 25 países más atractivos para la inversión extranjera, en base a una encuesta entre ejecutivos de empresas multinacionales.

En el gráfico adjunto se pueden ver los resultados del 2022 Kearney FDI Confidence Index, publicado en abril de este año. Como vemos, Estados Unidos vuelve a ser el destino mejor valorado, seguido de Alemania y Canadá.

España se coloca en un destacado puesto 8, mejorando un puesto respecto al año anterior. Desde 2018, España ha mejorado siete puestos en el ranking de Kearney, lo que constituye sin duda una buena noticia sobre la percepción internacional de la economía española.

Fuente: 2022 Kearney FDI Confidence Index

 

La Guerra Rusia-Ucrania y la crisis energética mundial

Por Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores

 

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La enorme subida de precios del gas y del petróleo que estamos sufriendo como consecuencia de la invasión de Ucrania por Rusia supone agravar la crisis energética que ya mostró su cara en el año 2021, como consecuencia de la recuperación económica tras la “coronacrisis”. El precio del barril de crudo cotiza actualmente por encima de 110 dólares. A finales del año pasado su precio rondaba los 80 dólares. El precio del gas natural está alcanzando cotas históricas.

Los efectos que esta desmesurada alza de precios supone son bien conocidos. Los consumidores están sufriendo en sus bolsillos la factura de la electricidad. Las empresas que la utilizan como un insumo importante (por ejemplo, productores de cerámica, aluminio, acero, cemento…), que ya tenían problemas a finales del 2021 los están viendo agravados. Muchas empresas españolas están anunciando reducciones en su producción y nuevos ERTEs, lo que supondrá además un descenso de la exportación. La gasolina y el gasoil están poniendo a muchas pymes del sector transporte en graves desequilibrios financieros. Y el alza del precio del combustible para la aviación puede retrasar la esperada recuperación del turismo en España. Además, la inflación, que ya empezó a subir a finales del año pasado, está en niveles no vistos desde hace mucho tiempo.

En términos económicos esto se explica tanto porque la demanda es muy superior a la oferta como porque los mercados tienen sólidas expectativas de que esta situación se prolongará en el tiempo. No olvidemos que Rusia es el tercer exportador de petróleo del mundo y un suministrador principal de gas natural. La Unión Europea importa el 90% del gas que consume siendo el 50% procedente de Rusia.

Hay dos preguntas que convendría responder para analizar la situación. La primera es por qué ha habido tantas alzas de precios de estos combustibles desde mediados del 2021, mucho antes de la invasión de Ucrania. La segunda es si es previsible que bajen estos precios a corto plazo.

En cuanto a la primera cuestión, no podemos olvidar que la generación y el consumo de electricidad se producen casi siempre de forma interna en cada país; es decir, solo una parte insignificante de la electricidad generada en el mundo se consume fuera de las fronteras del país donde se produce. La electricidad se genera fundamentalmente utilizando combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón), si bien en Europa las energías renovables y la nuclear suponen una parte importante, aunque no suficiente, de la generación. Por tanto, el coste de producirla está muy ligado a la evolución de los mercados internacionales de combustibles fósiles y una parte muy importante de su consumo, especialmente en Europa, -a diferencia de lo que ocurre con la electricidad-, tiene lugar fuera de los países productores de donde se extraen.

La rápida recuperación de la economía mundial, especialmente en los países desarrollados, tras la fuerte caída provocada por la “coronacrisis” provocó desajustes entre la oferta y la demanda, superando ésta a aquella, que no tuvo capacidad para abastecer rápidamente el fuerte crecimiento de la demanda. Si durante la pandemia la demanda mundial de energía cayó sustancialmente (de hecho, sufrió el mayor descenso desde la Segunda Guerra Mundial), su recuperación a partir del primer trimestre de 2021 ha sido muy rápida, alcanzando casi los niveles del año 2019.

¿Es previsible que continúen tan altos los precios del gas y el petróleo? Esta segunda pregunta es importante porque la nueva subida de precios provocada por la guerra Rusia-Ucrania supone “llover sobre mojado”. Una parte importante de la oferta de gas y petróleo de Rusia parece que se quedará fuera del mercado, puesto que importantes consumidores como Estados Unidos y el Reino Unido ya han anunciado que dejarán de comprar a este proveedor. La Unión Europea también lo está considerando y en concreto Alemania ha anunciado que el segundo gaseoducto que la une con Rusia (el Nord Stream II) no entrará en funcionamiento.  En cuanto a terceros países, no es previsible que absorban totalmente el excedente ruso de producción por temor a verse afectados (ellos y los bancos internacionales a través de los cuales se realizan los pagos) por las duras sanciones que han puesto en marcha Estados Unidos y la UE.

¿Hay fuentes de suministro alternativo en otros países que puedan ponerse en marcha a corto plazo? Pensamos que no por las siguientes razones: se ha anunciado que podrían levantarse las sanciones a dos importantes productores mundiales, Venezuela e Irán. Esto ayudaría, pero la capacidad de aumentar sustancialmente su producción está muy limitada como consecuencia de que ambos países se vieron forzados a reducir sustancialmente sus inversiones en mantener la producción como consecuencia de las sanciones impuestas por Estados Unidos. En otros países a nivel mundial la inversión en mantener la producción y poner en explotación nuevos yacimientos ha caído sustancialmente desde 2015. Hablamos de un recorte del 40% desde 2015, inducido por una parte porque los precios del petróleo llevaban varios años en niveles muy bajos, pero también por una previsión de menor demanda futura por los compromisos adquiridos por las naciones para combatir el cambio climático. En el caso del gas, cuyo precio está muy ligado al del petróleo, en Europa además apenas hay capacidad ociosa de gaseoductos lleven esta materia prima a sus lugares de consumo. Su alternativa, el gas licuado, también está sufriendo tensiones de suministro impulsadas por la fuerte demanda china; se requería aumentar considerablemente la capacidad industrial para almacenarlo y regasificarlo, lo cual no es factible hacerlo de forma significativa a corto plazo.

En cuanto a fuentes alternativas para generar electricidad, las renovables (solar, eólica e hidráulica), tampoco es posible aumentar sustancialmente la capacidad de generación a corto plazo. En cualquier caso, su uso está fuertemente influido por circunstancias climatológicas. Otras fuentes de gran potencial, como el hidrógeno, necesitan aún de desarrollos tecnológicos para ser utilizadas ampliamente para generar electricidad.

A la vista de este escenario, cabría pensar en la energía nuclear ya instalada como alternativa. Sin embargo, los obstáculos que están poniendo la mayoría de los gobiernos a su utilización, fruto en muchos casos de campañas de activistas “verdes”, constituyen un factor disuasorio. Esto ha hecho declinar el interés por generar electricidad por esta vía, excepto en Francia, donde el 60% de su electricidad es de origen nuclear, lo que convierte al país vecino en el menos vulnerable de toda Europa a la actual crisis energética, además de tener precios significativamente más bajos que otros países europeos como España.

Pero no todo son malas noticias. A corto plazo, con los actuales elevados precios sí es factible aumentar sustancialmente la producción de petróleo en Estados Unidos y Canadá utilizando técnicas de fracking. Además, algunos países de la OPEC -por ejemplo, Arabia Saudita-, tienen capacidad ociosa que podrían poner con relativa rapidez en el mercado. Pero es también importante que los gobiernos europeos rediseñen cuanto antes las políticas de adaptación al cambio climático, que indudablemente es imprescindibles tenerlas, reconociendo que la descarbonización será larga y costosa, que el abastecimiento de gas requiere diversificar el suministro por el sur, que es importante aumentar la capacidad de regasificar el gas licuado y utilizar la capacidad instalada española y que hay que añadir interconexiones de gas y electricidad a través de los Pirineos. Y, por supuesto, continuar las inversiones en energías alternativas. En suma, a corto plazo puede haber soluciones paliativas, aunque no completas, y será necesario un esfuerzo hoy de inversión para que a medio plazo solventemos el problema que ha agravado la invasión de Ucrania por Rusia.

 

Mejoran las perspectivas para las inversiones extranjeras, a pesar del lastre institucional (y sin tener en cuenta Ucrania…)

Por Enrique Fanjul, socio de Iberglobal

 

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Las perspectivas de las inversiones extranjeras en España han mejorado de forma notable, según el “Barómetro del clima de negocios en España 2021. Desde la perspectiva del inversor extranjero. Resultados 2021”, la última edición de un estudio que elaboran ICEX-Invest in Spain, Multinacionales por Marca España y el International Center for Competitiveness (ICC) del IESE, presentado el pasado mes de febrero.

Hay que hacer sin embargo una matización importante: el estudio está basado en una encuesta entre más de 730 empresas extranjeras implantadas en España que fue realizada en el último trimestre de 2021, con bastante anterioridad a la crisis y guerra en Ucrania. La guerra está teniendo importantes consecuencias sobre la economía mundial, y lógicamente sobre la economía española, e impactará sin duda a la actividad de las empresas extranjeras en España -como afectará a todos los agentes económicos en general-.

En línea con anteriores ediciones del estudio, los factores institucionales son los que reciben una peor valoración por parte de los inversores extranjeros, mientras que las infraestructuras y la calidad de vida son los mejor valorados.

Se trata de la 14 edición de un estudio que se han convertido en una publicación de referencia para conocer cómo valoran las empresas extranjeras el clima de negocios en España.

2021, un año de avance

Esta edición refleja una clara mejora en la situación y actividad de las empresas encuestadas. Así, un 90% de éstas aumentaron o mantuvieron sus inversiones en 2021, y un 93% tienen previsto aumentar o mantenerlas en 2022.

Los datos sobre empleo son muy positivos: “Las previsiones de empleo también mejoran sustancialmente. En 2021, un 88% de las empresas aumentó o mantuvo sus plantillas, y tan sólo un 12% las redujo, frente a 2020 en que un 25% de las empresas afirma haber reducido las plantillas. Para 2022 las previsiones son aún mejores, y un 94% de las empresas esperan aumentar o mantener sus empleados”.

Las perspectivas de facturación también evolucionan de forma positiva: “Frente a un 54% de las empresas que disminuyó su facturación en 2020, tan sólo un 14% lo hizo en 2021. Para 2022 un 71% de las empresas espera aumentar su facturación, un 23% espera mantenerla y tan sólo un 6% contempla reducirla”.

El barómetro avala un dato conocido pero muy llamativo: el peso que tienen las empresas con capital extranjero en la exportación. Un 75% de ellas son exportadoras.

Otro dato significativo es el que se refiere a los principales motivos para instalarse en España, siendo el primero la localización geográfica. Es un importante activo con el que cuenta España: su papel de plataforma hacia la Unión Europea, pero también otras zonas, como África.

Fortalezas y debilidades

El barómetro analiza cuáles son las principales fortalezas y debilidades que perciben las empresas extranjeras en el clima de negocios en España. Aquí no hay cambios significativos respecto a anteriores ediciones.

Las áreas que reciben una mejor valoración son Infraestructuras y Calidad de Vida, seguidas por el Tamaño de Mercado y Capital Humano. Las menores valoraciones corresponden al Entorno Regulatorio, la Fiscalidad y la Innovación.

Hay que señalar que, en líneas generales, estas valoraciones se alinean con los resultados de otros estudios similares sobre valoración del clima de negocios por parte de empresas de países individuales, (véase por ejemplo el estudio de evaluación del clima de negocios por parte de las empresas canadienses, que comenté en el anterior número de esta Newsletter).

“Los inversores valoran muy positivamente la calidad de las carreteras, las estructuras y servicios de telecomunicaciones o los aeropuertos. También destacan aspectos de Capital Humano, como la disponibilidad de mano de obra cualificada, en este caso con titulación universitaria, y temas relativos a la Calidad de Vida como la seguridad o el ocio y la cultura, fortalezas recurrentes de España”.

Este año el coste de la electricidad y otros costes de energía son los aspectos concretos con una peor valoración.

En cuanto a áreas de carácter más general, el entorno regulatorio es el que recibe una  valoración menor. Aquí se mencionan como debilidades la rapidez y eficacia de los juzgados mercantiles y la burocracia.  La estabilidad del marco regulatorio es otro aspecto que se cita como susceptible de mejora.

“Los aspectos fiscales relacionados con el trabajo obtienen valoraciones bajas, como las cuotas a la Seguridad Social sobre el trabajador o los incentivos y ayudas a la contratación”.

Es destacable también la baja valoración que reciben el dominio de idiomas, la capacidad de aprendizaje y la aceptación de responsabilidades y objetivos, tres aspectos que están vinculados con el sistema educativo, que se ha convertido en uno de los mayores problemas de la sociedad y la economía española -y como tal debería ser reconocido y abordado-.

A ello se añade que el área de innovación también obtiene una baja evaluación, señalándose debilidades como el volumen total de gasto público en I+D+i, la capacidad de innovación de las empresas y los incentivos y ayudas para que las empresas realicen I+D+i.

La internacionalización – en un sentido amplio: exportación, captación de inversiones extranjeras, inversiones de empresas nacionales en otros países- tiene un condicionante fundamental en la competitividad. Y ésta tiene a su vez un condicionante fundamental en el marco institucional -regulaciones y normativa, funcionamiento del sistema judicial, seguridad jurídica, etc.-.

Del estudio se puede deducir, como de otros estudios, como el Global Competitiveness Report del World Economic Forum, que la mejora del marco institucional es uno de los principales retos de la economía española.

Charlando con Gonzalo Ortiz, embajador de España

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Asia sigue siendo una asignatura pendiente en el siglo XXI para España.

Ni desde el sector público ni desde el sector privado se han planteado estrategias serias a largo plazo en Asia.

La red del Instituto Cervantes habría que multiplicarla por tres o por cuatro.

La guerra en Ucrania puede ser preludio de una intervención en Taiwan por parte de China popular

China tiene una responsabilidad moral para desempeñar un papel mediador en la guerra de Ucrania.

 

Gonzalo Ortiz es un diplomático español con amplia experiencia, en especial en Asia. Ha sido Embajador en Vietnam y Corea del Sur, Cónsul General en Shanghái, Ministro Consejero de las embajadas españolas en Beijing, Tokio y Nueva Delhi.

En esta entrevista nos habla de la presencia de España en Asia, la estrategia seguida en esta zona del mundo tanto por la Administración como por las empresas, cómo potenciar esta presencia, el papel de China en la comunidad internacional, etcétera.

Es frecuente escuchar que la presencia española en Asia es muy baja, que tanto las empresas como la Administración realizan un esfuerzo muy insuficiente. ¿Qué opina al respecto?

Asia sigue siendo una asignatura pendiente en el siglo XXI para España. En 2003, asistí en Madrid a una reunión para embajadores, y ya entonces el presidente de la CEOE, Jose María Cuevas, nos dijo: “Es la hora de Asia”. Pero la realidad es que ni desde el sector público ni desde el sector privado se han planteado estrategias serias a largo plazo.

¿Qué recomendaciones formularía para potenciar una mayor presencia en Asia, tanto para las empresas como para la política de la Administración?

Por lo que se refiere al sector público, la red de embajadas en Asia no se ha completado. Se abrió una embajada en Afganistán y otra en Nueva Zelanda, pero no hay embajadas residentes en países importantes como Sri Lanka, Birmania o Mongolia.

La red de Institutos Cervantes se limita a Manila, Pekín, Tokio y Delhi y es claramente insuficiente. Sólo recientemente se abrió un cuarto consulado en Chengdu, en China, coincidiendo con la pandemia, lo que le ha quitado efectividad.

En el Ministerio de Asuntos Exteriores, con tres Secretarías de Estado y muy numerosas direcciones generales, el área de Asia-Pacífico está integrada en una que abarca además Norteamérica y Europa Oriental. Esto resulta incomprensible, y más para países del peso específico de China Japón, Corea, India, Singapur y otros muchos del Asean.

Gonzalo Ortiz Díez-Tortosa durante su etapa como embajador de España en Corea del Sur.

Desde su experiencia diplomática en varios países asiáticos, ¿qué recomendaciones generales daría a las empresas españolas para abordar estos mercados?

La atención de los medios en España a lo que ocurre en el exterior es mínima y está concentrada en espacios como los programas de televisión “Callejeros” o “Españoles por el mundo”.

Parece que lo atractivo son programas como “Sálvame…” y otras tertulias de temas internos frívolos con tertulianos que son capaces de hablar de cualquier tema. Otros países europeos como el Reino Unido, Francia o Portugal dedican, por el contrario, una gran atención a sus antiguas colonias. Tienen canales internacionales en inglés. Aquí no se dice una palabra de Iberoamérica y menos de Asia, salvo noticias puntuales relacionadas con catástrofes o atentados.

En su opinión, ¿cuáles serían los tres o cuatro países prioritarios para las empresas españolas?

En los últimos 40 años, las relaciones con Asia se han multiplicado, pero no al ritmo esperable. Como ya he dicho, la red del Instituto Cervantes habría que multiplicarla por tres o por cuatro, así como el número de becas a países de menor desarrollo económico. Faltan departamentos de Asia en las universidades españolas, así como asociaciones potentes dedicadas a promover la amistad e intercambios de todo tipo con Asia.

Con los países más poderosos (China, Japón, Corea) hay que intentar atraer inversión y colaboraciones en el ámbito tecnológico. Con los países menos desarrollados, habrá posiblemente sinergias más acusadas, y en el horizonte, una vez superada la pandemia, existe un enorme potencial de visitantes atraídos por nuestro país.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que ha percibido en la actuación de las empresas españolas?

El sector privado tiene una considerable responsabilidad en una presencia insuficiente y a menudo discontinua en Asia. Por lo que se refiere a las grandes empresas, el sistema de puertas giratorias hace que se integren en los consejos de administración políticos con ninguna experiencia económica exterior. Es rara avis el embajador jubilado o en activo al que se ficha por sus conocimientos sobre el terreno. lo cual es practica corriente en otros países europeos.

Tampoco, para las tertulias de televisión, se contacta con diplomáticos o expertos en derecho internacional o economía global y se prefiere a tertulianos periodistas capaces de hablar de cualquier tema.

¿Son importantes las barreras culturales entre España y Asia? ¿Qué aspectos deberían tener más en cuenta las empresas españolas?

Una penetración seria en Asia exigiría tener un buen plantel de diplomáticos y académicos conocedores al menos del chino, el japonés, el hindi o el coreano.  Desde 1973 España ha tenido buen número de embajadores acreditados en la República Popular China. Pues bien, ninguno de ellos dominaba el mandarín (putonghua). Qué envidia da leer las memorias del diplomático francés Claude Martin, “La diplomacia no es una cena de gala”, quien dominando el idioma, podía percibir la dirección del viento en el País del Centro y entrar en contacto con su amplia cultura.

España necesita una Escuela de Oriente que forme especialistas en las culturas de Asia Oriental. Y digo Asia Oriental porque el Medio Oriente y la Península Arábiga, junto con Irán y Afganistán, tienen personalidad diferente.

Durante muchos años, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, se consideró a Afganistán como país incluido en Asia, y España dedicaba mucha atención y mucho dinero en cooperación en Asia, cuando en realidad se gastaba en Afganistán, en torno a aquella guerra de nunca acabar.

¿Cuáles son los principales riesgos geopolítico que percibe en Asia? (Taiwan, conflicto China-Estados Unidos, Corea del Norte…)

La guerra en Ucrania puede ser preludio de una intervención en Taiwán por parte de China popular. Si Putin gana la partida, el presidente chino Xi Jinping, al apreciar la debilidad en Occidente, estará tentado de enviar tropas a la isla y conseguir la “ansiada reunificación” de China.

¿Cómo valora el ascenso de China? ¿Hasta qué punto puede ser un riesgo para la comunidad internacional? ¿Puede China desempeñar un papel mediador en la guerra en Ucrania?

España ha contribuido en el pasado al desarrollo de China de una forma considerable con créditos FAD y el apoyo del ICEX al desembarco empresarial. En 1989, cuando visité Shanghái, no había un sólo residente español en esta región, pero en 2011, cuando me incorporé al Consulado General, había 150 empresas españolas en la Cámara de Comercio, 22 empresas con fábrica en la demarcación y 3.500 españoles residentes. Una presencia notable, aunque pálida con respecto a las cifras de empresas o residentes que tienen Francia o Alemania.

En el desarrollo económico chino el crecimiento ha sido vertiginoso en los últimos 30 años, con una gran estabilidad política, una población creativa y diligente y la generosidad de Occidente que ha aportado desde el principio créditos y tecnología. China, es hoy quizás, la primera potencia económica mundial y desde esta consideración tiene una responsabilidad moral para desempeñar un papel mediador en la guerra de Ucrania.

 Entrevista exclusiva para Club De Exportadores e Inversores